Namibia es famoso principalmente por el desierto, que llega hasta el mar. Es un lugar muy fotogénico que seguro que habéis visto muchas veces en fotos. Nuestros últimos días en el país los pasamos en el desierto, primero en Sossusvlei, con sus dunas gigantes que son la primera atracción turística del país, y después en una caminata de dos días y dos noches.
En el camino desde Swakopmund cruzamos el Trópico de Capricornio.
Dicen que el desierto de Namibia es el más antiguo del mundo. Se generó de una forma curiosa. El río Orange, uno de los más grandes de África, es la frontera natural entre Sudáfrica y Namibia. Debido a la geología de las montañas que drena, arrastra mucha arena. Cuando esta arena llega al mar se transporta a la costa hacia el norte por la corriente fría procedente de la Antártida, la misma que hace que las aguas namibias sean una de las mejores pesquerías del mundo (y que por cierto explotan muchas empresas gallegas, xa din que hai un galego na lúa). El viento arrastra la arena hacia el interior. Este fenómeno, lo pones en funcionamiento unos cuantos millones de años y es lo que creó un desierto enorme que va desde Angola hasta Sudáfrica. Y lo más impresionante son las enormes dunas que ha generado, cerca de la costa, como vimos en Swakopmund, pero también a kilómetros de distancia del mar, que es el caso de Sossusvlei. Allí el viento que viene de la costa y el del interior se compensan a largo plazo para generar unas montañas de arena gigantescas que no se mueven. Normalmente una duna tiene una parte más pendiente que otra, lo que indica la dirección del viento predominante y por tanto la dirección en que se mueve la duna. En Sossusvlei las dunas tienen la misma pendiente hacia el este y el oeste. Unos días sopla de poniente y otros de levante.
Y las dunas son enormes, una cosa imponente. Además son más espectaculares por el color rojo, que nos contaron se debe al alto contenido en hierro.
En Sossusvlei nos quedamos en el único sitio que está dentro del Parque Nacional, que está como a 60 km de las dunas. El atardecer fue muy bonito.
La ventaja principal de quedarte dentro del parque es que puedes salir hacia las dunas cuando aún no ha amanecido. Si te quedas fuera tienes que esperar a que abran la puerta del parque al amanecer y después conducir aún 90 minutos. En resumen, si te quedas dentro llegas antes del amanecer 90 minutos antes que todos los demás. Y realmente el madrugón merece la pena. El día que fuimos el cielo estaba un poco nublado y quizá el amanecer no fue tan espectacular, pero estábamos prácticamente solos en lo alto de aquella duna gigantesca (cuesta lo suyo subir) con una vista única. Al llegar sólo había en la arena huellas de hienas, antílopes, lagartijas y demás animalario local.
Sossusvlei en afrikaans significa el sitio donde se acumula agua. Y es que hace unos cuantos miles de años aquí llegaba un río, probablemente estacional como la mayoría de los ríos del país, y llegado un momento se topó con las dunas que le cerraron el paso. Se tuvo que buscar la salida por otro sitio. Y en este proceso se crearon una serie de lagos que después se secaron y que dejaron secos a los árboles que allí vivían. El resultado es un paisaje único, de lo más sugerente.
Después bajamos a saltos de lo alto de la duna, de lo más divertido, a ver los árboles secos más de cerca.
Luego nos dieron un desayuno bajo una acacia con la vista de otra duna enorme. Como nos habíamos levantado a las 4:30 de la mañana teníamos bastante hambre y todo nos sentó muy bien, con aquel paisaje tan fantástico delante. La duna que subimos nosotros se llama Big Mama y la que se ve al fondo de esta foto la Big Papa. Las dos tienen como 300 metros de alto (aunque no subimos hasta arriba del todo).
En una de las acacias por allí había un búho muy simpático.
Y otros bichos.
A la vuelta vimos unas dunas preciosas, entre ellas la que íbamos a subir por la tarde.
Y otras muy bonitas.
Volvimos al hotel hacia las 11 de la mañana y estuvimos vagueando el resto del día, intentando sobrevivir al achicharramiento, hasta el atardecer, cuando nos montamos en el coche para ir a la llamada duna 45 a ver la puesta de sol (la duna está a 45 km de la entrada del parque). De nuevo, como cierran la puerta del parque al anochecer, la mayor parte de la gente se tiene que marchar antes y estábamos casi solos. El viento era bastante fuerte cuando llegamos a la cima de la duna y no te podías sentar porque la arena molestaba mucho. Por eso Mónica y Carmen prefirieron bajar y verlo desde abajo. José, Yago y yo estuvimos de pie admirando la vista inmensa hacia todos los lados desde lo alto de la duna, haciendo fotos a diestro y siniestro, acompañados por unas graciosas lagartijas que subían la duna a toda velocidad, escondiéndose en la arena de vez en cuando, y cuando llegaban arriba se tiraban por el otro lado. Al rato de estar arriba el viento borró nuestras huellas.
Esta chica se nos adelantó por poco pero nos permitió hacer esta foto tan chula.
José y Yago coronaron de primeros.
Al rato Mónica y Carmen decidieron que no subían más y José les llevó las llaves del coche. ¡Qué dispuesto es, con lo que cuesta subir la duna!
El viento hacía que la arena volase cientos de metros.
El atardecer nos dejó estos momentos sensacionales. Es difícil seleccionar las fotos, si os parecen muchas las pasáis.
Nos volvimos a cenar y a dormir.
Al día siguiente nos marchamos hacia el sur a una reserva que se llama Namib Rand. Es una reserva privada enorme, de 1700 km2, la más grande de África. Hace años el terreno lo explotaban una serie de granjeros que tenían ovejas con una lana muy apreciada. Llegado un momento el mercado empezó a decaer, entre otras cosas por razones éticas (mataban a los corderos recién nacidos). Entonces un alemán empezó a comprar los terrenos a los granjeros y la dedicó al turismo. En la reserva hay todo tipo de animales salvajes y hay 4 hoteles, uno de ellos el que dicen que es el mejor de Namibia.
Pero nosotros fuimos a Namib Rand a hacer algo distinto. Nos habían hablado muy bien de una caminata que se llama Tok Tokkie Trail. Son dos días caminando por el desierto con un guía y durmiendo al aire libre. Nos pareció distinto a todo lo que habíamos hecho en el viaje y de lo más apetecible para conocer más de cerca el desierto.
En el camino volvimos a ver oryx muy de cerca.
Llegamos a mediodía a la recepción de Tok Tokkie, en el límite de la reserva. Nos esperaba nuestro guía Lesley, que es de un pueblo en la montaña muy cerca de donde estábamos. Estuvimos hablando con él un buen rato de muchas cosas antes de salir. Entre ellas, del apartheid. Lesley pertenece a la primera generación de niños que compartió aulas con los niños blancos (tiene 31 años). Aunque en su clase sólo había un blanco, porque el resto se fueron con el fin del apartheid a colegios caros a la capital o fuera del país. Contó cosas muy curiosas, como que los negros no podían comprar azúcar y pan blancos, sólo azúcar morena y pan integral. Los blancos vivían en el centro Windhoek, la capital, y los negros vivían a 8 km y se tenían que marchar del centro antes de las 5 de la tarde. Cuando creció el apoyo internacional a la independencia de Namibia el gobierno sudafricano dividió el país en regiones que asignó a cada una de las etnias y repartió algunas tierras a las tribus para justificar que estaba devolviendo la tierra. En los alrededores de Windhoek también organizó los barrios de negros por etnias, con el objetivo de dividirlos y evitar que se uniesen para luchar por la independencia. Al parecer no fue una medida muy eficaz. Los padres de Lesley son de dos etnias diferentes, Nama y Herero. Por eso él habla los dos idiomas, además del de la tribu de su mujer e inglés. En África lo de hablar muchos idiomas es de lo más normal.
Nos dieron mochilas, básicamente para llevar agua, y gorros. Decidimos llevar cuatro mochilas, todo la suya menos Carmen.
Empezamos a andar hacia las 4 de la tarde, cuando la temperatura era más tolerable. Primero fuimos 15 minutos en un camión Land Cruiser que debía ser de los años 50, hasta un sitio donde empezamos a andar. Cuando llegamos al sitio un buitre levantó el vuelo delante de nosotros, así para dar ambiente.
Por la tarde íbamos a andar unas 2 horas y media. El calor aún apretaba bastante, pero el ritmo es muy tranquilo e hicimos muchas paradas en las que Lesley nos explicó un montón de cosas del desierto, los animales, las plantas, cómo utiliza la gente local los recursos de la naturaleza, etc. Aunque ves de lejos antílopes y otros animales, la caminata es más sobre las pequeñas cosas del desierto.
Unos huevos de avestruz abandonados desde hace 2 años. Lesley no se explica cómo las hienas y los buitres no se los comieron, pero ahí siguen desde hace dos temporadas.
Nos explicó sobre la vida de las termitas, cómo están organizadas alrededor del rey y la reina con las obreras, las soldados, los reproductores alados que en la época de lluvias dejan la termitera a cientos y que después de volar unos cientos de metros pierden las alas y si tienen mucha suerte pueden crear una nueva colonia convirtiéndose en rey y reina… Una cosa curiosa es que en el desierto la termitera crece bajo tierra, no en superficie.
Los primeros paisajes.
En los dos días que anduvimos no vimos un alma. Andar solos por la inmensidad del desierto es una experiencia única.
El nombre de la caminata, Tok Tokkie, se refiere a unos escarabajos muy graciosos que corretean por la arena a toda velocidad. Los hay de distintos colores, la mayoría negros y azules.
Lesley nos enseñó huellas y los excrementos de distintos animales. Nos enseñó cómo se encuentra la semilla de la acacia en el excremento de los antílopes. Una cosa curiosa es que la semilla de la acacia sólo germina si ha sido digerida por un antílope. Si la coges del árbol y la plantas, da igual lo que hagas, no crece.
El excremento de hiena es muy blanco porque tiene mucho calcio. La hiena tiene unas mandíbulas fortísimas y come muchos huesos. Lesley nos contó que cuando era pequeño recogían excremento seco de hiena para llevárselo a su abuela. Ella lo machacaba con cáscara de huevo de avestruz, con el excremento de otro animal que come muchos insectos (el aardvark) y añadía sal y azúcar. Este polvillo dulce se lo daba a los niños a cucharadas para reforzar los huesos.
El primer día también vimos los misteriosos círculos que hay en Namibia por todas partes. Ya los habíamos visto en Damaraland. Son círculos perfectos sin vegetación en el medio del matorral. Hay distintas teorías sobre su origen pero no hasta ahora no se ha podido demostrar ninguna. Algunos dicen que tienen que ver con las termitas. Otras con algún veneno que generaría una planta que antes creció allí. Los círculos tienen una cierta vida. A partir de unos años se van poblando poco a poco de matorral hasta que desaparecen. Y crecen otros. La tercera teoría, no científica, os la podéis imaginar, tiene relación con los extraterrestres y otras fuerzas extrasensoriales.
Llegamos después de las 6 a nuestro primer campamento. Allí nos esperaban la cocinera y un ayudante. Teníamos los camastros preparados y la mesa para cenar. El sitio es precioso. La verdad es que está muy bien organizado. Tienen al aire libre, con vistas, un wc y una ducha de cubo (un cubo suspendido del árbol con una polea que llenan de agua). Cenamos cuando se hizo de noche, a la luz de las lámparas de queroseno. Luego nos metimos en la cama. Ninguno habíamos dormido nunca así al aire libre. Siempre hay algo entre tu cabeza y el cielo, aunque sea la tela de la tienda de campaña. La verdad es que la experiencia de dormir así en el desierto es fantástica. Aunque hay un montón de animales a tu alrededor, hay un silencio absoluto. Cada vez que abres los ojos ves millones de estrellas.
Al amanecer vino Lesley con un café a despertarnos. El sitio es magnífico.
Desayunamos y empezamos a caminar antes de las 8. El día iba a ser bastante largo. Dado que en esta época del año hace bastante calor, el plan era evitar las horas centrales del día, usarlas para descansar en el campamento donde íbamos a comer.
Por la mañana pasamos la montaña por un paso bajo. Aún así hubo que subir bastante. En la montaña el sendero cambió de arena a roca suelta. Había que ir bastante atento para ver donde ponías el pie. Cuando llegamos a la cima del paso las vistas eran impresionantes. Lesley nos sorprendió sacando de su mochila café caliente y madalenas y descansamos un poco. Veíamos la llanura que teníamos que cruzar para llegar al sitio donde íbamos a comer. Es difícil calcular las distancias y los tiempos. Parece que está relativamente cerca pero aún íbamos a tardar un par de horas más en llegar.
En el camino vimos pisadas de guepardo.
Llegamos al campamento para comer. Teníamos una nevera portátil con la comida y bebidas frescas, que nos vinieron muy bien después de estar bebiendo agua caliente toda la mañana. El plan era descansar allí unas horas hasta las 4 de la tarde, para evitar andar durante las horas de más calor.
Habíamos llegado a la mitad de la caminata y la verdad es que todo iba bien. Carmen era la que más nos preocupaba, si iba a aguantar. José y Yago sin problema, pegados a Lesley todo el rato. Mónica y yo aguantamos bien. Lo más duro es el calor y que es bastante largo, pero no es difícil, es todo bastante llano. Carmen se empezó a quejar del calor muy pronto y con la típica pregunta de “¿cuánto falta?”. Por la mañana hicimos menos paradas que la tarde anterior. A Mónica se le ocurrió contarle a Carmen el libro que estaba leyendo, uno de Ken Follet sobre amoríos y peripecias de unos personajes durante la Primera Guerra Mundial. La tuvo en vilo toda la mañana. Carmen no paraba de preguntar “¿y después?”. Se hizo toda la caminata sin problema.
La parada fue bastante larga pero entre comer y la siesta se nos fue pasando. Estuvimos muy entretenidos con el bicherío que había alrededor. El sitio era un toldo debajo de una acacia donde hay un par de nidos enormes donde viven cientos de pajarillos muy simpáticos.
También había otros visitantes que a Mónica le gustaron menos, pero eran también muy graciosos.
A las 4 arrancamos de nuevo. Bordeamos la montaña hacia el noreste. En el camino nos encontramos con muchos Oryx. Son unos animales preciosos, muy elegantes.
También nos cruzamos con otros antílopes llamados Springboks.
Los paisajes de nuevo magníficos.
Hacia las 6 llegamos al segundo campamento. El sitio diferente al de la primera noche, más cerca de la montaña, también precioso.
Un comentario sobre el idioma Nama. Como comenté es la tribu del padre de Lesley. La cocinera y el ayudante también eran de esa tribu y hablaban su idioma entre ellos. Es el idioma más raro que he escuchado nunca. Tiene una serie de clics que hacen con la lengua, cuatro tipos diferentes, y suena rarísimo. Además es irreproducible. Os dejo aquí la grabación del menú de la cena del segundo día. Nos lo dice en inglés y luego en Nama. Os juro que lo hacía todo con la boca.
Nos echamos a dormir con un cielo estrellado precioso. Pero hacia las 4 de la mañana nos despertaron los truenos y los rayos. No estaban encima, pero se veían perfectamente. Ver el cielo iluminado con los rayos era espectacular. Estaba pensando si llegaría la tormenta y si empezaría a llover. En esto empezaron a caer cuatro gotas y en el mismo instante escuché la voz de Lesley que venía con la linterna a decirnos que nos habían preparado dos tiendas por si llovía. En un momento recogieron los camastros y los llevaron a las tiendas. En 5 minutos estábamos instalados en las tiendas. Al final la cosa no llegó a más y ni siquiera llovió, pero como decía Lesley, más vale prevenir, porque si las camas se mojan la cosa tiene difícil remedio. Es la época de lluvia y esto puede pasar, pero la verdad es que nos impresionaron con lo diligentes que son.
De nuevo al amanecer nos despertaron con un café caliente. Salimos de las tiendas y la vista era increíble de bonita. Yo me di una ducha con vistas que me sentó fenomenal. Después del desayuno, hacia las 8, salimos para nuestra última etapa.
En el camino nos encontramos con un escorpión. No era muy grande, como 6 o 7 cm, pero Lesley nos dijo que era venenoso. Los que tienen la cola más gorda que los brazos son peligrosos. Estos habitantes del desierto hacen que no sea muy conveniente andar removiendo piedras. Y por ellos también nos recomendaron dejar las botas en alto y dadas la vuelta durante la noche, y sacudir toda la ropa por la mañana antes de ponérsela.
¿Veis la lagartija? Artistas del camuflaje. Su color es como el de la arena.
Este era un escarabajo que llaman Bulldozer, con la foto os podéis imaginar porqué.
Ya en el camino de vuelta y poco antes de llegar, hicimos una parada en una fundación de educación ambiental que se llama Nadeet. La verdad es que nos encantó. Llevan a colegios y también a personas mayores durante una semana. Lo que más me gustó es que no sólo les enseñan aspectos teóricos de cómo se protege el medio ambiente, sino que les enseñan a aplicar en su día a día técnicas muy sencillas y eficaces para reciclar, reducir desechos, consumir menos agua, usar menos leña… Muy interesante y parece muy bien hecho. Está financiado por una serie de sponsors pero el más importante es la UE.
Y llegamos al final de nuestra caminata. Nos gustó muchísimo a los cinco. Es una forma muy bonita de vivir la naturaleza de cerca, de fijarte en las pequeñas cosas del desierto, no sólo en los grandes animales, de aprender cómo la gente de aquí ha desarrollado la capacidad de utilizar los recursos naturales de una forma inteligente… Fantástico.
Comimos algo antes de salir y nos pusimos en marcha. Nos esperaban 6 horas de coche hasta Windhoek, a donde llegamos hacia las 6 de la tarde. Cenamos con Raúl y con Yago, a los que les contamos lo mucho que nos había gustado Namibia. A la mañana siguiente muy temprano nos íbamos al aeropuerto para coger un avión a Tanzania, vía Johannesburgo. Empezaba el safari, última etapa de nuestra vuelta al mundo.
Jorge
6 Responses to “El desierto de Namibia”
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Me ENCANTA¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡, alucinante, si hasta cenabais con mantel y menú con chocolat cake. Creo que esta parte del viaje no la podríamos haber hecho ni de broma, los niños no aguantarían andando. De todo lo que habéis contado hasta ahora esto es lo que más me ha impresionado.
Moni lo tuyo no tiene remedio, pasamos del momento Mac Cain a contarle un libro de Ken Follet, muy fuerte, a Carmen me la voy a quedar en cuanto llegues a la Coruña, solo peluquería manicura y muñecas. Jajajajajaj.
Me han encantado las fotos, ¿qué filtro rojo empleaste?
Es broma, los colores del atardecer son realmente impresionantes. De todas las maravillas que habeís visto en estos meses, probablemente Namibia sería el primer lugar al que me iría si tuviera la oportunidad.
¡Hasta pronto!
Pues estoy segura que os va a encantar, a mi es de los sitios que más me ha gustado. Ya te contaré!
Que pasásemos las fotos? A mi me parecieron pocas, que dunas rojas maravillosas, el valle de la muerte, la magnífica caminata tan instructiva. YO VUELVO. Carmiña yo llevo a uno de tus hijos en brazos
Me ha gustado muchísimo, ganas 100% de ir al desierto en ese plan, solamente un par de cosillas Leslye, el ayudante o en su defecto la cocinera hacían guardia por la noche para velar vuestro sueño a la intemperie?, cual es la epoca en que no hace tanto calor?. Anda que vaya vacilada la cocinera con los sonidos tipo rechupeteo que se ha marcado, me parto. Besos
Cada reportaje es asombroso. Podéis dedicaros a artículos de aventuras. Las fotos preciosas. Veo que la naturaleza os ha encatado y sobre todo ese paseo ha sido maravilloso. Un abrazo de,
Cotono