Dec 012012
 

Nuestro amigo Richard nos dio unos cuantos sitios de referencia en Australia. Él lo recorrió hace años, en un plan diferente al nuestro, pero se acordaba muy bien de muchos sitios que había visitado. Uno de los sitios que nos mencionó fue Fraser Island. Yo en mis notas apunté “Fraser Island, alquilar Toyota Land Cruiser”. Ya en aquel momento me llamó la atención la especificación de la marca y el modelo de coche, pero todo tiene su razón de ser.

Fraser es la isla de arena más grande del mundo. Tiene unos 125 km de largo por 25 de ancho. La Unesco la ha declarado Patrimonio de la Humanidad por sus valores naturales únicos. Y es que en este suelo arenoso se ha desarrollado un bosque tropical muy especial, rodeado en la parte oeste de manglares llenos de cocodrilos y en la parte este de una enorme playa de 120 km de largo llena de tiburones que sirve de carretera principal cuando baja la marea. Hay muchísimas aves y animales de todo tipo. Los más famosos son los dingos, los perros salvajes australianos. Y unos tábanos tamaño XXL que dan bastante que hacer.

No hay pueblos ni ciudades en la isla, es un parque natural y se puede visitar de distintas formas, pero la que nos pareció más interesante es la de alquilar un 4×4 y recorrerla a nuestro aire, como Richard nos había sugerido. Busqué por Internet y como siempre hay un montón de empresas que te ofrecen más o menos lo mismo. Al final me decidí por una empresa que resultaba bastante económica y que tenía muy buenas críticas en Internet. Sin embargo en las fotos los coches parecían bastante viejos. Le pregunté y me respondió que todos eran “Toyota Land Cruiser 80 series”. Esto a mí me sonó a años 80, pero el tipo me aseguraba que eran los mejores coches para las condiciones de la isla, robustos e infalibles.

Cuando ya nos habíamos decidido a alquilar estuve leyendo comentarios sobre lo difícil que era conducir en Fraser. Es todo arena y en la playa es más o menos dura, pero en los caminos es blanda. Me vino a la cabeza inmediatamente el recuerdo de nuestra experiencia en Atacama, cuando nos quedamos atascados…

El otro asunto era el alojamiento. Lo suyo en Fraser es ir de camping. Tampoco hay muchas más opciones. Hay un par de “resorts” y campings que tienen cabinas con baño y cocina. Al final decidimos ir una noche a una cabina y acampar las dos noches siguientes. ¡Desde aquella noche en las Cíes hace un par de veranos había jurado no volver de camping!

Quedándonos tres noches aprovechamos cuatro días enteros. El primer día íbamos a cruzar en el ferry a la isla a las 8:30 de la mañana y volvíamos el cuarto día en el ferry de las 5 de la tarde. El día anterior a irnos quedamos para la charla de introducción al coche y de seguridad. Fuimos toda la familia pero Ashley, el dueño de la empresa, nos sugirió que para asegurar la concentración era mejor que me quedase yo sólo. Mónica y los niños se fueron a dar un paseo y volvieron cuando estábamos terminando.

En cuanto llegamos me di cuenta que lo de “80 series” efectivamente se refería a los años 80. Había aparcados como 5 o 6 coches, todos iguales, Toyota Land Cruiser, viejos pero inmaculados, limpios, bien pintados, con aspecto de estar muy bien mantenidos, con un aire retro fantástico. Todos tienen nombre y Ashley los cuida como a hijos. Me quedé una hora con él. Tenía preparado un dossier con un montón de información, incluido el itinerario que nos proponía que me explicó con todo detalle. Es muy importante el tema de las mareas, porque te puedes quedar atascado en la playa sin poder moverte durante horas. Luego me puso unos vídeos hechos por el organismo de Parques Naturales de Queensland sobre normas en la isla y conducción en arena. Muy claros y muy útiles. Él iba parando el vídeo y explicándome más detalles. Luego fuimos al coche (que se llama Goldy) y me enseñó todo.

El coche está impecable pero la placa del motor no dejaba lugar a dudas: fecha de fabricación agosto 1988. ¡El año que viene cumplirá 25 años! Motor diesel como de un camión y… cambio manual. Por primera vez iba a tener que cambiar de marchas con la izquierda. Hasta ahora siempre que había conducido por la izquierda era en coches automáticos. Una complicación más a añadir eso de mover la palanca de cambios con la mano izquierda.

Una cosa que me animó mucho es que Ashley me dijo que en la playa te puedes bañar sin problema. No hay medusas que piquen. Hay tiburones pero si te quedas donde cubre menos de 1 metro no se acercan y de hecho nunca ha habido problemas. ¡Había leído que no te podías ni acercar al agua! También había leído cosas horribles de los dingos, pero él me dijo que no hay problema, que si los tratas con respeto no hacen nada.

Después de estar con Ashley nos fuimos a la compra. Teníamos que comprar provisiones para los 4 días, porque en la isla sólo hay un par de tiendas pequeñas y son muy caras.

En general teníamos todos una sensación de aventura muy emocionante.

A la mañana siguiente estábamos a las 7:30 am llenando el coche con nuestras cosas y nos fuimos al ferry, unos 20 minutos de camino. El coche fenomenal. En el ferry, nos esperaba sólo media hora de travesía. En el puerto se veían delfines alrededor del barco. En cuanto salimos empezamos a ver en el agua unas medusas azules enormes, como de 30 cm. ¡Había muchísimas! Me acordé de Ashley y pensé que serían de las que no pican…

Llegamos a la isla y ya estábamos listos para poner la tracción 4×4. Nos metimos en el primer camino, que es de los mejores. Lo primero que te sorprende es que efectivamente todo es arena. El suelo y los caminos son todos de arena, blanca y fina como de playa. Es muy complicado conducir. Las condiciones de los caminos en el momento que fuimos eran de lo peor, porque hacía tiempo que no llovía y la arena estaba muy blanda. Mientras no hay cuestas arriba aún vas más o menos. Los caminos no los deben mantener mucho porque están llenos de agujeros enormes y botas una barbaridad. Tampoco puedes parar mucho, sobre todo en las cuestas, porque te quedas enterrado. Las suspensiones de ballestas del Land Cruiser tocaron tope alguna vez pero la cosa fue bastante bien.

Enseguida tuvimos las primeras vistas del bosque tropical de la isla, ¡alucinante! La primera parada era Central Station, en el centro de la isla, para dar un paseo por el bosque e irnos familiarizando con la isla. Se llama así porque cuando poblaron la isla para explotar la madera montaron aquí la estación desde donde trasladaban los árboles a la costa.

Pensé que era buena idea pararnos un momento a explicarles a Mónica y a los niños el itinerario para los próximos 4 días sobre el mapa. Como había estado yo solo con Ashley ellos aún no sabían lo que íbamos a hacer. Nos sentamos en una mesa de picnic en el bosque y enseguida nos empezaron a molestar los tábanos, que tenían una pinta bastante amenazante (rojos, de unos 3 cm). A los dos minutos de empezar a explicar los niños estaban encima de la mesa, con un extraño baile de San Vito.

Decidimos que lo mejor era irnos a dar un paseo. Hay una pasarela de madera que bordea un río, por supuesto con lecho de arena. El bosque es precioso y muy diverso. Los bichos seguían dando la lata.

Nos metimos de nuevo en el coche y nos fuimos a Eurong, el resort que hay en la enorme playa al este de la isla. Nos paramos a tomar una coca-cola. Hacía bastante calor y el coche no tenía aire acondicionado.

¡Qué pasada de playa!

Recorrimos unos 20 minutos por la playa y nos esperaba la segunda parada, el lago Wabby. Había que andar un poco, alrededor de 1 hora. Con el calor y el suelo de arena es bastante cansado. Y además los bichos. A Carmen le picó un tábano en la espalda. Le dolió bastante. Pero todo mereció la pena, cuando llegamos nos encontramos un lago de color verde rodeado de una duna de arena enorme en un lado y bosque en el otro. ¡José dice que es uno de los mejores baños que recuerda! A Carmen enseguida se le olvidó el tábano y estaba tan contenta. Muy divertido subir la duna y correr hacia el lago para tirarse.

Aquí todo es parque natural. El lema es “take only memories”, “llévate sólo recuerdos” (es decir, que no te lleves plantas, ni flores, ni ramas, ni conchitas de la playa, ni arena, ni nada). Desde luego este sitio no se nos va a olvidar fácilmente.

Comimos un bocata en el lago. Luego nos enteramos que no se puede hacer porque puedes atraer a los dingos. En general los dingos huyen de las personas, pero al parecer la gente que les daba de comer ha hecho que algunos de ellos desarrollen expectativas de comida fácil cada vez que ven humanos. Por eso pueden volverse agresivos. Especialmente con los niños. Hace diez años una niña de 9 años andaba por el bosque y un dingo la atacó y la mató. Fue un caso aislado pero desde entonces se lo toman muy en serio, hay zonas de picnic valladas, te aconsejan no hacer acampada libre si vas con niños y quedarte sólo en los campings vallados. Está prohibidísimo darle de comer a ningún animal salvaje, dejar comida al aire libre e incluso llevar comida al borde de la playa o los lagos. Yo creo que también les influye la historia de Azaria Chamberlain, que ocurrió en 1980 en Uluru, en el centro de Australia. Un dingo se llevó un bebé de una tienda y nunca apareció. La madre fue acusada de asesinato y estuvo 3 años en la cárcel. El caso aún colea y recientemente hubo una sentencia que admite como cierto que fue un dingo el que se llevó al bebé (http://www.guardian.co.uk/world/2012/jun/12/dingo-took-baby-azaria-chamberlain). Hay una película de Meryl Streep sobre esta historia.

A la vuelta volvimos caminando por la duna. Paisaje único e impresionante.

Llegamos al coche bastante cansados. Nos esperaba recorrer buena parte de la playa para llegar al alojamiento del primer día, en un sitio llamado Cathedral Beach. Es uno de los campings privados que hay en la isla. Ashley nos había reservado una cabina para los cinco. Por las mareas teníamos que llegar antes de las 16:30 h.

En el camino vimos en la playa el único dingo que vimos en toda nuestra estancia en la isla. Estaba bebiendo en uno de los muchos riachuelos que desemboca en la playa.

La conducción en la playa es más fácil que en los caminos interiores. La arena húmeda está dura. De todas formas tienes que ir muy atento porque hay riachuelos, zonas de arena blanda, y otros coches. También hay unos autobuses enormes que hacen tours de 1 día y que te pasan a toda velocidad. Han limitado la velocidad a 80 km/h en la playa. Yo rara vez pasé de 60 en las partes más llanas. Alguno te adelantaba a más de 100. El concepto de seguridad australiano es bastante curioso.

Otra cosa que nos llamó la atención es que en la playa aterrizan avionetas. Vimos una en la arena.

En el camino vimos de pasada los tres sitios más famosos de la playa este: Eli Creek, los restos del buque Maheno y las formaciones rocosas llamadas The Pinnacles. Pararíamos el tercer día con más tiempo. Ahora teníamos que llegar al camping antes de que subiese la marea.

Y llegamos. La cabina estaba muy bien. El camping está en un bosque muy bonito. Nos visitaron pájaros y un lagarto de unos 80 cm. Había una barbacoa delante donde José hizo unos filetes (se está convirtiendo en un experto parrillero) y cenamos en la mesa al aire libre. Luego a dormir temprano. A las 18:30 anochece y no hay mucho más que hacer.

Dormimos como lirones porque en cualquier caso no podíamos salir a conducir en la playa hasta las 10 de la mañana. De todas formas salimos a las 11. Seguimos conduciendo hacia el norte. Este segundo día íbamos a la parte más al norte que se puede llegar en coche, una roca enorme llamada Indian Head que interrumpe la playa. Las vistas de la playa por la mañana son espectaculares. Vimos a gente pescando en el camino. Paramos a hacer unas fotos. Vimos alguna medusa azul en la playa, como las que habíamos visto desde el ferry.

La sensación de soledad en medio de la naturaleza es fantástica, a pesar de que pasa de vez en cuando algún coche.

Llegamos a Indian Head. El sitio fantástico. Como la playa se interrumpe por la roca queda más recogida y te apetece bañarte. Allí fuimos. El agua es cristalina y está a una temperatura increíble. No hay medusas, ni algas, ni nada, sólo unos pececitos pequeños que pululan a tu alrededor.

No se estaba bañando nadie. Una chica se nos acercó y nos dijo que tuviéramos cuidado que ella había visto tiburones desde la cima de la roca. Pero como me había dicho Ashley, están mucho más adentro. Nosotros nos metimos poco más de la rodilla y nada más. Llama la atención que tengan tantas precauciones en el baño y tan pocas en el tráfico, cuando parece que hay accidentes bastante a menudo (y parece que a nadie le comió un tiburón aquí nunca).

Desde Indian Head se puede ir andando hasta unas piscinas naturales que se llaman Champagne Pools. El paseíto empieza por un camino que bordea la roca y que compartes con el tráfico. A mi Ashley me dijo que no pasara, que dejase el coche en Indian Head y fuera andando. Pero los coches de tours compartidos y buses pasan. Y como la arena está muy blanda y es un poco cuesta arriba, cogen velocidad en la playa y pasan lanzados dando botes de un lado para otro. Muchos coches intentan pasar y se quedan. Además, van así en las dos direcciones, y el camino en sitios no es muy ancho. Me pareció realmente peligroso.

En todo caso en 10 minutos sales de este camino y llegas a la continuación de la playa. De nuevo un sitio increíble. El paseo de lo más agradable. Vimos más medusas muertas en la arena y aves.

Llegamos a las piscinas naturales con la marea baja. Las rocas forman unas piscinas. De vez en cuando las olas pasan por encima de la roca de fuera y meten agua y burbujas en la piscina. Es como bañarse en agua con gas, aunque el nombre de Champagne es más atractivo.

Estaba bastante lleno de chavales. En Fraser hay mucho turismo de mochila. A pesar de la cantidad de gente disfrutamos mucho el baño. Mónica consiguió hacernos fotos que parece que estábamos solos.

De vuelta por la playa.

A la vuelta comimos un bocata y subimos a Indian Head. Era bastante tarde pero estuvimos unos 25 minutos arriba. Hay unas vistas increíbles y en el mar ves tiburones, tortugas, rayas y otros peces. El acantilado da bastante miedito, y el cartel de no pasar está como a menos de 1 metro del precipicio. Nos contó uno que la leyenda dice que los aborígenes tiraban desde aquí arriba a los que se portaban mal, y por eso los tiburones aún rondan por allí a ver si se cae algún turista despistado…

La de atrás es la playa pequeña, la que recorrimos andando para ir a Champagne Pools.

Es es el precipicio, abajo nadan los tiburones.

Y esta la gran playa.

Cuando bajamos ya no había nadie. Salimos hacia nuestro camping, que estaba bastante cerca, en la playa. En este caso era un camping público, gestionado por el organismo de parques naturales de Queensland. Teníamos que llegar antes de las 5 para evitar la marea alta. En el camino, de nuevo la soledad en la inmensidad de la playa, las aves.

Llegamos al camping, de nuevo en un bosque precioso, esta vez muy cerca de la playa. La oficina estaba cerrada. Le pregunté a un campista con pinta de experimentado donde estaba el sitio número 8 que tenía reservado y me dijo que nos pusiéramos donde quisiéramos. Elegimos sitio y a montar las tiendas. No eran como las de palitos antiguas, pero tampoco como las de Quechua que la tiras y ya está. Eran de estas de palitos flexibles unidos por una cuerda, que hace como un iglú. Los niños encantados montando todo. Nos salió bastante bien y bastante rápido. Después preparamos la cena y ya se nos hizo de noche y nos fuimos a dormir.

Carmen insistió desde el principio que quería dormir con Mónica y conmigo, que eso de que el camping tuviese vallas le parecía muy bien pero que a ella los dingos le daban miedo. Se vino con nosotros a la tienda grande (para tres personas) y los niños se quedaron en la pequeña (para dos). Carmen estaba feliz entre nosotros con sus peluches, comentando todo lo del día. Yo estaba cansadísimo. La conducción requiere más atención de lo normal. Al rato en la tienda ya sólo se escuchaban los cuchicheos de José y Yago, los ruidos del bosque y sobre todo el ruido de las olas de fondo. Llevábamos ya callados un buen rato y de repente:

Carmen: “Papá”

Yo: “¿Qué?”

Carmen: “¿Aquí puede venir un tsunami?”

Me aguanté la risa y le contesté que no, que estábamos altos (en realidad le mentí).

Yo estaba seguro de que iba a dormir poco y así fue. Si hace dos años en las Cíes, con colchón de aire, no dormí nada, me imaginaba que aquí con una esterilla, incluso sobre arena, tampoco. Yo normalmente duermo de lado. En el suelo es imposible, se te duermen las extremidades, te duele todo el cuerpo.

Yo creo que el cuerpo del ser humano está diseñado para vivir más o menos hasta los 40. Toda la esperanza de vida extra la ha ganado artificialmente la ciencia, la medicina y la civilización en los últimos 100 años, es decir, nada comparado con las decenas de miles de años que tiene la especie. De ahí los achaques e incomodidades que empiezan hacia los 40. Yo creo que un cuerpo de 20 años está perfectamente preparado para dormir en el suelo. Uno de 40 no. Moraleja, si tienes más de 40 años, no vayas de camping.

Como sabía que no iba a dormir pero nos habíamos acostado temprano, me propuse levantarme hacia las 4:30 para ver el amanecer en la playa, que me habían dicho que era espectacular. Pensaba ir solo pero los niños me dijeron que querían venir conmigo y los desperté. Allí nos fuimos y la verdad es que fue precioso. Los 300 metros de paseo hasta la playa con la luz de antes de salir el sol fueron fantásticos. Yo esperaba ver algún dingo pero no aparecieron. La playa estaba desierta y fue muy bonito.

Nos volvimos y los niños se metieron otra vez a dormir. Yo consideré inútil intentarlo y me fui a duchar, me hice un café, y empecé a escribir este post. Temprano en el bosque me acompañaban los pájaros y los lagartos.

Hacia las 6:30 se fue levantando la familia poco a poco.

Desayunamos y recogimos todo. Teníamos previsto comenzar el día con una caminata hasta la duna de Wungul, una enormidad de arena de 150 m de alto desde donde hay unas vistas fantásticas de la isla y del océano. Allá fuimos, primero sales del camping por la valla anti-dingos, cruzas un rato el bosque y entras en la duna. ¡Pues sí que es grande! Estábamos solos… ¿o no? Había pisadas de dingos por todas partes.

Hacía muchísimo calor. A todos nos vino a la cabeza como será perderse en un desierto. Hacia la mitad de la subida nos pareció ver a alguien arriba del todo. Resultó ser un fotógrafo profesional de Sydney pero que vive en Hervey Bay que iba a estar 5 horas haciendo una serie automática de fotos cada 10 segundos que iba a montar en una película. Había dormido en el mismo camping que nosotros y lo había visto salir como una hora antes que nosotros. Muy simpático, nos recomendó sitios en Sydney y nos hizo unas fotos estupendas de los cinco. No vimos a nadie más en todo el rato que estuvimos.

Estuvimos un buen rato en la duna mirando las vistas y haciendo fotos.

Volvimos al camping y nos metimos otra vez en la gran playa hacia el sur. Nos paramos en Cathedral Beach, donde dormimos el primer día, para comprar hielo y un refresco y seguimos a The Pinnacles, unas rocas de colores muy bonitas formadas por arenas milenarias.

Decidimos que nos quedaba todo el día, que lo de las rocas y el barco hundido era muy bonito pero lo que de verdad nos había encantado era Indian Head, donde habíamos estado bañándonos en la playa el día anterior, que estaba sólo a unos 40 minutos de coche. Y allí volvimos. Primero subimos otra vez a la roca para ver los tiburones y las tortugas. Luego estuvimos un buen rato bañándonos, los niños pintando cosas en la arena. Sacamos las sillas de camping y comimos allí en la playa.

Cuando llegó el momento nos montamos en el coche y nos fuimos rumbo al sur. Nos quedaba bastante coche porque íbamos a dormir en el camping de Central Station, el primer sitio donde paramos nada más llegar a la isla.

En el camino paramos en los restos del barco Maheno, un crucero de lujo que encalló en la playa en 1935 cuando le sorprendió un ciclón mientras era remolcado desde Melbourne. Es una mole de hierro oxidado que tiene un aspecto desolador. Está bastante destrozado por el tiempo, pero también porque lo utilizaron como blanco en pruebas de artillería durante la segunda Guerra Mundial.

También nos paramos en Eli Creek, el río más grande de la isla, donde hay un sitio para bañarse. Sólo hicimos unas fotos y seguimos camino.

José le hizo unas fotos muy chulas a Carmen y a todos en el coche.

En nuestra línea íbamos un poco justos de tiempo. De todas formas yo había calculado que llegaríamos a Eurong a eso de las 5:30 y al camping a las 6, aún con una media hora de luz. Lo que nos pasó es que íbamos tan contentos por la playa, con el sol ya bajo, que no vimos el cartel de Eurong y nos pasamos como 15 minutos.

Intentando apurar la conducción, dando botes como locos y Carmen con bastante miedo detrás, llegamos al camping casi al anochecer. Pero la verdad es que nos organizamos fenomenal y los niños y yo montamos las tiendas rapidísimo y Mónica y Carmen hicieron la cena. A las 7 estábamos cenando, ya de noche, pero encantados con un día completísimo.

El segundo camping está en medio del bosque tropical. Es realmente precioso. Eso sí, la densidad de bicherío es bastante alta. Cuando terminamos de montar las tiendas, ya con muy poca luz, con la linterna frontal puesta, oí un ruido entre las sillas de camping que habíamos sacado del coche y vi los ojillos de un ratón (lo pongo en masculino porque en este caso el femenino, aunque más cercano a la realidad, suena más desagradable). Di unos golpes al suelo y se marchó. Me preguntaron todos que qué hacía pero les respondí con evasivas. Esto es básicamente de lo que se alimentan los dingos, una pregunta que también me habían hecho el día anterior y no había respondido.

Esta vez los niños propusieron que durmiéramos los chicos en la tienda grande y las chicas en la pequeña. Y así hicimos. Una vez en la tienda se oían pasos fuera, no supimos muy bien de qué…

De nuevo dormí mal. Por la mañana me dolía todo el cuerpo.

Teníamos previsto un día muy tranquilo en Lake Mackenzie, el lago más famoso de Fraser Island, que está en el centro de la isla. Salimos bastante temprano, como a las 9:30 de la mañana. El camino, mucha arena blanda, bastante complicado para conducir, pero llegamos sin problema.

El lago es una preciosidad, aguas cristalinas, azul intenso, con la vegetación alrededor. Había bastante gente y nuestra primera hora no fue precisamente tranquila. Teníamos un par de familias australianas cerca, con niños pequeños, pero los que montaban lío eran los mayores, todos tamaño enorme, se entretenían tirándose unos encima de los otros, profiriendo gritos guturales, mientras mantenían en equilibrio las latas de cerveza. En un momento vi como uno de ellos, presuntamente padre, un tipo gordísimo, se abalanzaba sobre su presunto hijo de unos 2 años que estaba en la arena tranquilamente, lo cogía con las dos manos con los brazos extendidos delante de él, mirándolo con cara de loco, y se lo llevaba gritando como un poseso para meterlo en el agua. Pensé que si me hicieran eso a mí (a mis 43 años) tendría un shock nervioso que tendría pesadillas durante una semana.

En cualquier caso el sitio es fantástico.

Nos fuimos a comer a la zona de picnic cerrada con vallas anti-dingo. Allí nosotros con los bocatas y los australianos al lado con la barbacoa portátil haciendo hamburguesas, salchichas…

Después de comer Yago y yo nos fuimos a dar un paseo por el borde del lago y descubrimos otra playa preciosa en la que no había prácticamente nadie.

Cuando volvimos Mónica, José y Carmen se había puesto en un extremo de la playa principal, y se estaba muy bien.

Ashley me había dicho que nos marchásemos de Lake Mackenzie hacia las 4 de la tarde, para llegar al último ferry que salía a las 5. Y así hicimos. Y ahí empezó la pesadilla. Todo lo bien que había marchado la circulación por arena durante los cuatro días se fastidió en la última hora. A los 15 minutos de salir nos quedamos atascados en la arena. Por supuesto se nos vino a la cabeza Atacama. Pero también que perdíamos el ferry, que perdíamos la noche de hotel en Hervey Bay, que perdíamos el avión de la mañana siguiente a Sydney…

Hasta ese momento siempre que me había quedado atascado había salido marcha atrás a la primera, como recomiendan. Pero el problema era que había tanta arena blanda que la transmisión se quedó enterrada y aunque sacásemos arena de las ruedas no cogía tracción. Intentamos de todas las maneras y la cosa no funcionaba.

A los cinco minutos llegó por detrás un autobús lleno de gente, que también iban a coger el último ferry. El conductor le pidió a los jóvenes que iban de pasajeros que se bajasen a ayudar. Entre 5 o 6 me empujaron hacia atrás y salí. Luego el conductor me dijo con su acento australiano algo así como “hey mate, now push the gas as if you stealed it and you will get through!”, o sea, “tío, ahora písale como si lo hubieses robado y pasarás”. Y así hice, cogí velocidad y conseguí subir la cuesta. Le iba dando bastante caña para no quedarnos parados de nuevo, pero los agujeros que había eran enormes y los botes que dábamos eran bestiales. En un momento dado, un agujero bestial y levanté un poco el pie. Pasamos el agujero pero justo después nos volvimos a quedar atascados. En este caso había un bypass para adelantar. Pensé que el autobús iba a coger el bypass y se iba a largar, pero la verdad es que el autobús no podía pasar por el bypass y la gente se portó muy bien y volvieron a empujarme. Entonces el conductor me aconsejó que me apartara al bypass y bajara aún más la presión de los neumáticos. Yo los había bajado a 20 psi (1,4 kilos) como me había recomendado Ashley, pero este me dijo que los bajara aún más, hasta 15 psi (1 kilo). El reducir la presión de los neumáticos es una de las claves para mejorar la conducción en arena. El neumático aumenta la superficie de contacto y tiende a enterrarse menos en la arena.

Así lo hicimos. Mientras bajábamos la presión de los neumáticos vimos como el autobús pasaba de largo, aunque no sin problemas. Ya eran como las 16:35 cuando nos metimos otra vez en el camino. Y aquí sí que le di caña. Botamos muchísimo, en ocasiones el coche se cruzó bastante porque intenté no meterme por el medio de la rodadura cuando las marcas eran muy altas, no paré apenas cuando había agujeros… La nevera portátil que llevábamos se abrió, también se abrió la caja en la que llevábamos los platos y cubiertos… Todo esto sin parar. Carmen llorando aterrorizada que se quería bajar, que tenía mucho miedo. Yago echando la mano hacia atrás para aguantar las cosas del maletero como podía para que no saltasen. Yo concentrado en la conducción. Fueron sólo 15 minutos pero muy intensos. A medida que avanzábamos el camino iba mejorando, ya no había cuestas ni tantos agujeros. Al final llegamos sanos y salvos al ferry, con mucha tensión acumulada, pero también aliviados, con los niños pensando que su padre es un héroe de la conducción deportiva y Carmen aún llorando con mucho miedo.

Evaluamos los daños. Algunos platos y tazas (de plástico) rotas. Nada grave.

En el ferry nos encontramos a una pareja de franceses con un coche igual que el nuestro que les había pasado lo mismo, se habían quedado atascados en el mismo camino y les había ayudado la gente de otro autobús. El coche efectivamente es duro, aguantó fenomenal. Ashley luego nos comentó que ese camino está peor que nunca, que a veces hasta se quedan autobuses atascados. Es porque lleva mucho sin llover y la arena está muy blanda, y en realidad no lo mantienen de forma adecuada. Pensé que podía haberlo dicho antes…

Ya en tierra firme conduje despacito hasta la primera gasolinera para hinchar de nuevo los neumáticos, y nos fuimos a lavar el coche antes de devolvérselo a Ashley. Un momento de diversión nos vino bien.

Llegamos al apartamento cansados, con ganas de una buena ducha y de cenar bien. Lo primero lo conseguimos. Lo segundo, se nos hizo tan tarde que no pudimos encontrar ningún sitio abierto salvo uno donde tenían tartas, galletas y helados. Allí cenamos comentando la última etapa de nuestra aventura. Y a la cama que al día siguiente nos vamos a Sydney.

Fraser es un sitio único e impresionante, de lo mejor que hemos visto en todo el viaje. Nos llevamos sólo los recuerdos, y son estupendos.

Jorge

 

 

 Posted by at 15:06

  7 Responses to “Fraser Island”

  1. Bueno Jorge eres un campeón. Estoy con el cuello contraído con la tensión de la conducción y de empujaros mentalmente en los atascos. Pero ya que habéis llegado al ferry, yo también me voy a descansar a la cama que llevo casi dos horas viajando con vosotros

    • Pues imagínate como estaba yo!!! De todas formas mereció la pena, Fraser Island es uno de los sitios más especiales donde hemos estado. Besos. Mónica

  2. !que pasada! el sitio, la aventura de Jorge el súperheroe y he de deciros que estais todos con el guapo subido.

    Seguidnos contando

    Besiños… se acerca la clásica Plaza de Vigo en Navidad y se os va a echar de menos

  3. Que pasada!!!!!!!!!!!!! La isla un paraíso pero yo lo de los tiburones y “ratos” miedo me da. No se si yo sería capaz de meterme en la playa hasta el tobillo. Jorge te vamos a “matricular en el Paris Dakar, yo creo que después de esta aventura lo harás sin problemas.
    Y para terminar, mi queridísima Carmen, como díria Julio Iglesias, te estas convirtiendo de niña a mujer. Estás guapa guapa.
    Que gañirás severos a todos, como dice Palita estas Navidades os echaremos mucho de menos. Pero los fuegos artificiales de fin de año serán en vuestro honor.
    Besos, besos

  4. Hola somos Sara y Carmiña niña, nos ha molado pero nosotros vamos a ir a mas palomas y vamos a ver mas dunas. Hemos ido a Londres y me han hecho dos tatus de purpurina. Nos montamos en una noria gigantesca y me monté en unos columpios que parecia que volaba. Os moló tiraros por las dunas?, me gustó la foto del delfín, no vimos los tiburones en las fotos. A ver si nos contestáis, os echamos de menos, muchos besos

  5. Hola Jorge, felicidades por este post, me ha encantado, se ve que el sitio te ha gustado realmente y te ha inspirado para escribir un relato realmente interesante con teoría sobre la esperanza de vida real antes y despues de los 40. Te diré que en mi caso es mas sencillo que todo eso, simplemente yo distinguiría entre los que tienen el gen campista y los que carecemos de el. Por otro lado todo iba bien hasta que has incorporado a un nuevo personaje por estos parajes “el dingo”. Ahí ves es donde me has minado la moral. Como es eso de pulular por zonas no valladas donde acecha el perro salvaje? Cual era el plan si aparecía y os atacaba? No me convence, Carmen la única sensata de todos. Por cierto lucís un moreno envidiable y muy favorecedor. Bss

  6. Buenas Jorgito. He disfrutado mucho de este post. Me sorprendía lo largo que estaba siendo pero he comprendido, cuando comentas que no podías dormir y te levantaste a escribir. Da la sensación de que estás perdiendo esa barriguita (muy comedida por eso) que se te veía hace unos meses. Y es cierto que el moreno te sienta bien, estás más joven.

    Sobre la conducción en arena que decirte, pues que me has dado envidia, lo habrás pasado de cine, me imagino tu careto concentrado dando caña y tu hija llorando….

    Un abrazo.
    Daniel

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