Llegamos a Iguazú nosotros y dos maletas. Los dos aeropuertos son como de playmobil, con muy pocos vuelos al día y ya es difícil dejarse la mitad de nuestro equipaje. Por suerte de madrugada ya nos trajeron las que faltaban.
El sistema de taxis está muy bien organizado. Hay un stand donde te asignan un taxi y hay un cartel con los precios según el destino. Nuestro taxista era un chico joven que se llamaba Gastón y tenía un coche bastante nuevo, limpio y con aire acondicionado. Hablamos con él de camino y arreglamos para que nos llevase a las cataratas los dos próximos días. Aquí no hay los problemas que tienen entre Perú y Bolivia, aquí un taxista argentino te puede llevar a Brasil y al revés. Es mucho mejor para el turista y al final se beneficia todo el mundo. Los taxistas o remises te llevan a las cataratas por el mismo precio que cuesta el autobús y puedes ir a tu aire y pasar el tiempo que quieras. Creo que no merece la pena contratar un tour, porque puedes ver las cataratas sin necesidad de guía y transporte. El plan que nos propuso Gastón era ir el primer día a la parte brasileña y el segundo a la argentina y así lo hicimos.
Desde el aeropuerto hasta la ciudad de Puerto Iguazú se tardan 15-20 minutos. Nuestro hotel estaba en la ciudad, a unas manzanas del centro. Elegimos un hotel “correcto” y baratito porque en general son muy caros. Decidimos sacrificar calidad de hotel y a cambio hacer todas las excursiones y montarnos en todo para ver las cataratas.
Lunes 8 de octubre
Nos levantamos pronto, los niños estuvieron estudiando y a las 11 vino Gastón a buscarnos. Pasamos a hacer unos recados por el centro de la ciudad. Primero al cajero. La mayoría de los pagos los tienes que hacer en efectivo, la gente no quiere tarjetas de crédito. Con lo caro que es todo y los límites que ponen los cajeros a las retiradas de efectivo, prácticamente tienes que ir todos los días al cajero. Después fuimos a la lavandería, ya somos expertos en precios y cantidades. Resulta muy buena solución en nuestro viaje. En algunos hoteles tienen servicio de lavandería por kilos y resulta conveniente. Sino, utilizamos lavanderías que hay en todos los sitios y resultan rápidas y económicas. El único problema es que la ropa se estropea bastante, le salen agujeritos, cambios de color y de talla…tendremos que reponer algunas prendas. Por ejemplo me compré una camiseta en San Francisco y ahora la usa Yago para dormir. Por último fuimos al supermercado a comprar algo para prepara unos sándwiches, ya que nos habían dicho que dentro del parque los precios son desorbitados.
En la frontera tienes que parar en la parte argentina, pero puedes pasar de largo en la brasileña. De todas formas paramos para sellar los pasaportes y que quedase constancia de nuestro paso.
Lo primero que hicimos fue ir a ver las cataratas en helicóptero, así en frío para empezar con un poco de adrenalina. El paseo muy divertido pero cortito. Aquello daba bastantes saltos, Carmen preguntaba como siempre si aquello era seguro. Sobrevuelas la selva amazónica como 5 kilómetros antes de llegar. La vista de las cataratas desde el aire es espectacular. Lo pasamos muy bien.
En esta foto se ve bien la pasarela del lado argentino que llega a la garganta del diablo:
Después fuimos al Parque de las Aves, como un zoológico de aves y algunos reptiles que tiene un montón de especies de lo más exótico. La verdad es que es muy entretenido y nos gustó mucho. Como anécdota, vimos una pelea entre dos loros que parecía de los más cruenta, y el efecto de 30 o 40 loros chillando alrededor le añadía bastante dramatismo. Al final parece que la cosa quedó en nada, por lo menos salieron los dos protagonistas volando hasta una ramita y la cosa se calmó. Los tucanes nos encantaron, son espectaculares y muy simpáticos. Al final del recorrido puedes ponerte un guacamayo en el brazo y hacerte una foto, y así lo hicieron los niños y Carmen. Para la boa constrictor sólo se pusieron José y Yago…
Luego por fin entramos en las cataratas. Pagas la entrada al parque y te llevan en un autobús hasta donde empiezas el recorrido por unas pasarelas. El lado Brasileño es muy panorámico, ves todas las cataratas que están del lado argentino, que son la mayoría. Terminas en una pasarela encima de la catarata en lo que llaman la garganta del diablo. Aunque la has visto mil veces en fotos y en la televisión, las cataratas son espectaculares. Montan un estruendo bastante importante. Nos llamaron la atención los pájaros que revolotean entre las cascadas, es una especie que se ha adaptado de forma fantástica y hacen los nidos en la pared de roca vertical detrás del agua, donde están protegidos de cualquier depredador. Vuelan a una velocidad impresionante, haciendo picados. Al final del recorrido la verdad es que estás bastante cansado, sobre todo por el calor. Agradeces que haya un ascensor que te suba hasta la superficie donde está el autobús esperando, aunque lo cierto es que el edificio no pega mucho al lado de la catarata. Por las pasarelas ves coatis, una especie de roedor grande que te aconsejan que no toques porque puede ser agresivo, aunque tiene pinta de bastante tranquilo.
Nos volvimos al hotel y los niños estuvieron estudiando y se bañaron en la piscina. A la hora de la cena fuimos a un sitio céntrico bastante grande, cenamos unas pizzas y nos volvimos al hotel.
Martes 9 de octubre
Al día siguiente fuimos a las cataratas del lado argentino. Aquí los circuitos de visita son más largos y la organización es bastante más complicada y confusa que en Brasil.
Llegamos a las taquillas para comprar la entrada y había unos letreros que ponían los precios para “Extranjeros”, “Nacionales” y “Misioneros”. Una de las chicas de las taquillas estaba explicando pacientemente a dos jóvenes que “Misioneros” se refiere a residentes en la provincia de Misiones, donde se encuentra Iguazú, y que no tenía nada que ver con la actividad voluntaria que ellos hacían. Que si de todas formas querían obtener una reducción en la entrada que pasaran a hablar con el jefe en la oficina.
Además de la entrada compramos unos tickets que te dan un paseo en bote de remos por la parte de arriba de la catarata, luego una excursión en motora para ver las cataratas desde abajo y justo después un paseo por la selva en un camión 4×4 descubierto. Cuando llegamos sólo quedaban plazas en la motora a las 5 de la tarde por lo que recorrimos todos los circuitos antes. Las cataratas del lado argentino son muy grandes. Hay un trenecito como de juguete que te lleva en cinco minutos desde la estación central hasta otra que llaman estación Cataratas. También puedes ir andando unos 15 minutos por un “sendero verde”, que es lo que hicimos. Desde la estación Cataratas puedes montarte en otro trenecito que te lleva al sitio más alejado (la garganta del diablo) o ir andando a los otros dos circuitos, el superior y el inferior. Nosotros empezamos por la garganta del diablo. Estuvimos como casi media hora esperando el trenecito. Luego llegamos allí y el gentío era tal que es difícil disfrutar, y no digamos hacerte una foto. La pasarela no es muy grande y la densidad de humanos (y humanoides) es bastante insoportable. De todas formas la maravilla que ves merece la pena. Llegas al borde de la cascada y es espectacular.
La siguiente foto os da una idea del gentío que había. El tipo subido a una escalerilla es un fotógrafo profesional que está allí apostado e intenta separar a la gente para hacer la foto al grupo que le encarga una instantánea. No me imagino trabajo más estresante con estas hordas de público.
Desde ahí, en lugar de volver en el tren, nos montamos en un bote a remo con un guía para ir aguas abajo por uno de los brazos del río. Vimos un yacaré, una especie de caimán que estaba parado en la orilla y ni se inmutó cuando nos acercamos. También vimos una tortuga encima de una piedra, descansando. Una cosa que llama la atención es que hay millones de mariposas de todos los colores revoloteando por todas partes. Hay 700 especies diferentes. Se te posan encima. Si os fijáis hay una naranja en la cabeza de la tortuga.
Después fuimos a recorrer el circuito superior, con mucha menos gente, y es de nuevo espectacular. Ves las cataratas muy de cerca.
Vimos unos monos capuchinos en los árboles y más coatis.
Después fuimos hacia el circuito inferior, donde hay alguna zona en la que estás tan cerca de la cascada que te mojas.
José y Yago estaban allí grabando este video:
Y se empaparon por completo:
Pero lo de mojarse estaba por llegar. Desde el circuito inferior se llega al embarcadero donde nos montamos en una motora grande. Nos llevaron muy cerca de las cataratas y literalmente debajo. La verdad es que a los niños les encantó. Los mayores no le vimos mucho la gracia de empaparse. De todas formas con el calor tampoco viene mal refrescarse, pero acabas con la ropa empapada.
De allí bajamos el río por unos rápidos bastante espectaculares y nos montaron en un camión descubierto para dar un paseo por la selva. No sé si lo hacen siempre así, o si era que ya tenían ganas de irse a casa, pero aquello se parecía más a una etapa de un rally que a un paseo turístico. Hasta hubo un momento que el guía le dijo al conductor que fuera más despacio. Paramos sólo en un sitio al lado de un árbol. Ibas a toda velocidad y el guía de repente decía “¡un tucán!”, señalaba a un sitio, y ya no lo veías. No vimos nada y no me extraña, porque si yo soy un bicho salvaje no me acerco a la pista esta por la que conducen esos camiones a toda velocidad ni de broma. Todo el rollo este que llaman “La Gran Aventura” nos pareció un poquito una tomadura de pelo. De todas formas eran las 6 de la tarde y volvíamos molidos con ganas de irnos a descansar, después de un día muy largo. Nos fuimos al hotel y luego salimos a cenar un asado argentino que nos gustó mucho. Al día siguiente Gastón nos venía a buscar para llevarnos al aeropuerto, rumbo a Buenos Aires…
Jorge
4 Responses to “Iguazú”
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Recuerdo nuestra planificación de viaje a Argentina, vosotros nos dejasteis ropa térmica para la visita al Perito Moreno, al final tuvimos unos días tan buenos que el trekking por el glaciar lo acabamos haciendo en mangas de camisa. A ver si vosotros tenéis la misma suerte con el tiempo!! Me imagino que ahora seguiréis por Buenos Aires, recuerdo especialmente agradable la zona de Palermo, muy buen ambiente, tiendas, galerías de arte y restaurantes de lo mas recomendable. Me gusto especialmente uno nórdico Olsen en Gorriti 5870, aunque con cualquiera de esa zona creo que acertareis. Un beso
Pero si la pasarela de las catarata parece la calle Real en vísperas de Reyes!, que horror!
Es el gran desastre del turismo exprimido al máximo que puede matar la joya que queremos disfrutar. Vosotros disfrutasteis de hotel en el Perito Moreno y tu madre y nosotros teníamos el W.C. entre las hierbas
Hola soy Sara, me ha alucinado, ha sido precioso lo de los loros y lo de las mariposas y lo de la tortuga me dejo impresionada. Lo del cocodrilo me dejo asustada pero impresionante. Me reí a carcajadas cuando os mojasteis enteros pero aluciné cuando vi la catarata y el video también.
Me alucinó cuando fuisteis en barca y le sacasteis una foto al arco iris. Os mando un video precioso por whatsapp, voy a reunir a todos mis peluches y hacer una actuación con ellos que os va a dejar alucinados.
Muchos besos
Hola soy la tía Carmiña y estoy “alucinada”de lo “alucinada” que esta Sara, ya que es traducción literal de sus alucinaciones. Jujuajuajua.
Ahora os dejo para rodar el video de Sara.
Besitos
este post, va a ser el buzz de la vuelta al mundo, ale y maria, como sara estan tambien alucinados. Como te he dicho, domenico y yo vimos iguazu en un documental hace poco…y nos parece un sueno; lo del helicoptero es una idea fenomenal, el paisaje es impresionante; estais guapisimos y os echamos de menos (maria ha empezado el baile y ademas hace basket con ines, la nina de nuria). Un beso. Lara (*lo de tu camisata, que se ha convertido en el camison de yago, me ha hecho mucha gracia!)