En la Ciudad de Cuzco (o Cusco como dicen aquí) tienes la sensación de estar en Extremadura o Andalucía, hasta que miras para la gente. Es una ciudad colonial construida sobre la base de la capital de los Incas. Los españoles utilizaron parte de las construcciones incas y sobre ellas edificaron al estilo colonial. Usaron muchas piedras talladas de los fuertes que había alrededor de la ciudad y que destruyeron en cuanto llegaron en 1532. La ciudad es bastante extensa porque no hay edificios de pisos. Tiene 350.000 habitantes, está a 3.800 metros y está rodeada de montañas.
La ciudad se organiza en torno a la Plaza de Armas, una de las plazas más bonitas que conozco. Además, siempre hay ambiente y es muy colorida. Está la catedral, con dos iglesias a los lados, la iglesia de la Compañía de Jesús (que los Jesuitas querían que fuese más importante que la catedral) y el McDonalds. Lo pongo porque una lugareña para indicarnos algo en la plaza de armas se refirió a la famosa hamburguesería, en lugar de a la Catedral, que está al lado, así que debe ser muy importante.
El mal de altura (o soroche) merece un espacio. Cuando llegas a un sitio tan alto y te advierten sobre los problemas de la altura, no te lo crees mucho porque te encuentras bien y no hay nada tangible o ninguna sensación diferente que te haga pensar en que te va a afectar. El mal de altura está provocado por que a medida que se asciende la cantidad de oxigeno en el aire es menor. Cualquier actividad debes hacerla más lentamente. Cuando subes un tramo de escaleras llegas sin aire, como si hubieses corrido delante de un toro. Los síntomas leves son dolor de cabeza, respiración agitada, insomnio. Menos Carmen todos lo hemos sufrido. Te recomiendan tomar mate de coca, abrigarte bien, descansar y tomarte las cosas con calma. A esta altura pasas de mucho calor y un sol abrasador (siempre tiene que llevar protección solar y sombrero) a mucho frío en cuanto se hace de noche. En todos los sitios te ofrecen mate de coca, puede ser como un te en bolsitas o directamente las hojas de coca en el agua caliente. Además hay unas pildoritas fantásticas que se llaman soroche pills que son muy eficaces.
Carmen estuvo dos días enferma (una clásica vomitona-diarrea) así que nos quedamos las dos en casita. Jorge y los niños hicieron turismo. Siento no poder contar mucho sobre Cusco, pero es que esta vez casi no lo vi.
Cuando Carmen estuvo mala, la Sra. que limpiaba la habitación, Avelina, nos trajo mate de coca y nos dio varios remedios caseros para curar a Carmen. Aquí me di cuenta que desde que empezamos el viaje, sólo encendimos la tele una vez en EEUU y ahora aquí. Eso sí, Carmen se pasó los dos días recuperando el tiempo perdido y se empapó de Disney Channel y todas las series americanas de adolescentes, de vampiros, niños con poderes y cosas por el estilo.
Mónica
Como contaba Mónica los días en Cuzco fueron bastante tranquilos. Estábamos en un apartamento bastante cómodo y los niños aprovecharon para estudiar uno de los días. El otro, me fui con ellos a enseñarles Cuzco. Cuando estuvimos aquí hace año y medio me encantó. Aparte de lo bonito que es, hay siempre ambiente en las calles y un colorido fantástico. Y además hay 500 años de Historia concentrados en muy poco espacio. Ese mismo día por la noche Carmen ya se encontraba mejor y pudo venir a cenar y por lo menos visitó la Plaza de Armas y un muro inca que hay en la calle que va hacia el barrio de San Blas.
Aquí veis a los tres. A la izquierda es la Catedral, y la derecha la iglesia de la Compañía.
Una vista de la Plaza de Armas desde las torres de la Iglesia de la Compañía:
En el medio de la plaza hay una estatua de Manco Capac, el primer rey Inca, que dice la leyenda que nació en la Isla del Sol en el Lago Titicaca:
Carmen en el muro inca:
En el claustro del Convento de la Merced. Los mercedarios fueron los primeros en llegar a Cuzco, poco después de la llegada de Pizarro. La iglesia al lado del convento es la más antigua de la ciudad. El convento es muy bonito. Guarda una custodia del siglo XVII de oro y piedras preciosas, de 1,20 metros de alto, 22 kg de peso, con más de 1500 diamantes… es de quitar el hipo.
Jorge
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