Feb 062013
 

Después de Tokio volvimos a Hong Kong, de nuevo a casa de Cristina y Juan Pablo, que son unos santos y nos han vuelto a alojar. Nos pasamos unos días para estar con ellos y conocer la ciudad.

Llegamos el domingo por la tarde y esta vez no nos quedamos vagueando en casa, nos fuimos a la calle, a la zona de Kowloon. No coincidimos con Juan Pablo porque está presentando su libro en Europa y EEUU. Cris nos preparó un plan estupendo. Bajamos hasta el puerto a pie entre los mercados tradicionales y los grandes edificios y allí cogimos el ferry para cruzar la bahía. Es un barco que debe de llevar años funcionando y que tiene mucho encanto. La vista de la ciudad es preciosa y se nos quedó el dedo tonto de hacer fotos al skyline.
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Después nos fuimos a la vorágine de Canton Road. Es una calle llena de tiendas de lujo y lo más llamativo es que en todas hay cola. Si, si, colas para entrar en Hermés, Prada, Gucci y hasta en Cartier. En mi vida vi cosa igual. Además no entran a marear o a comprar una carterita enana. Los de la cola están con maletas que llenan de compras. Parece que para los chinos no es fácil conseguir permiso para entrar en Hong Kong, así que cuando tienen el permiso, los ricos deben de perder la cabeza y se lanzan a la compra compulsiva.

tiendas

Aquí parece que el dinero lo regalan, ves Ferraris y Rolls Royces con bastante facilidad. Lo que ocurre es que esta ciudad es relativamente pequeña y puedes recorrer como mucho 50 kms, después tienes que dar la vuelta. Así que me imagino que la mayor ventaja de estos coches no es precisamente disfrutar de la velocidad.

Después de esta experiencia tan sobrecogedora fuimos a cenar a Din Tai Fung. La comida asiática nos está encantando y Japón había dejado el listón muy alto, pero aquí tomamos unos dumplings espectaculares. De verduras, de cerdo, de mariscos, y hasta de trufa. La gracia que tienen es que llevan dentro un poco de caldo y al morderlos, son una delicia. Otra cosa que nos sorprendió, pedimos agua para beber y nos la trajeron caliente, como para te, pero sin el te. Para los chinos es bastante habitual beber el agua caliente.

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Ya era tarde, los niños estaban cansados y volvimos a casa. Pero antes nos volvimos a parar a ver las vistas por la noche.

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Al día siguiente Cris nos enseñó los encantos de esta ciudad. Por la mañana fuimos a Queen St y desde allí subimos por unas escaleras mecánicas y rampas entre calles y puentes.  Después comenzamos a bajar. Estas calles están llenas de mercadillos de comida, tiendas de antigüedades, tiendecitas de ropa, templos en la calle y al fondo se ven los rascacielos.

hkcalles

mercados

Siempre hay muchísima gente por la calle. Es uno de los sitios más densamente poblados del mundo con 7 millones de personas en 1100 km2 (para hacerse una idea, la provincia de La Coruña tiene 8000 km2). Estos días estaba especialmente lleno porque va a ser el año nuevo chino. Celebran el comienzo del año lunar. Este es el año de la serpiente, que como es como un dragón pequeño es un buen año. Para celebrarlo hacen una cena en familia y se regalan dinero que entregan en un sobre rojo. Todo está decorado con árboles de naranjas o mandarinas (¿serán naranjas de la China o el tema vendrá por los mandarines?) y también se ve mucha decoración de serpientes, farolillos rojos, flecos…como diría la Marto, un chinerío.

ano-nuevoAquí hasta los rascacielos son una mezcla de modernidad y tradición, utilizan para construirlos andamios de bambú.

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Por la tarde dejamos a los niños jugando y fuimos de compras. Jorge y yo terminamos aturdidos por las riadas de personas que hay por todas partes.

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Por la noche Cris no llevó a un restaurante muy chulo y cenamos fenomenal. Como aquí todo es de marca, después nos fuimos a tomar una copa a la Terraza Armani. Un poquito de glamour, ya está bien de vez en cuando.

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Al día siguiente después de haber dedicado un tiempo a estudio y organización, nos fuimos de compras. Teníamos que reponer algo de ropa y necesitábamos algunas cosas para África. Fuimos a uno de los centros comerciales más grandes de la ciudad y aquí eso es muy muy grande. Nunca vi tantas tiendas juntas, en varios pisos, con varias alas distintas, una locura. Llegó un momento que teníamos la impresión de que nos había engullido y que no podríamos salir de allí. Lo que más me llamó la atención fue una zona con tiendas de lujo para niños, de nuevo algo que no había visto jamás. Gucci con bolsos tamaño infantil, Dior, Dolce&Gabbana, Armani, Burberry…me pareció una aberración. No pude hacer ninguna foto porque me quedé sobrecogida.

Esa noche volvimos a cenar con Cris, esta vez a un restaurante chino riquísimo. Fuimos andando por el metro, galerías subterráneas, por un centro comercial, los ascensores de un edificio. Aquí el concepto de calle es distinto.

Nuestro último día en HK nos lo tomamos con calma. Por la mañana los niños estudiaron y nosotros hicimos algunos recados. Fuimos a correos y mandamos un par de paquetes con la ropa de invierno y algunas cosas más que no íbamos a necesitar en África.

Jorge y los niños fueron a buscar a Bosco y quedaron para comer con Cris. Yo me fui a la pelu de Cris, necesitaba un corte de pelo y un poco de color. Después de tres horas salí con un aspecto de persona normal y me fui a dar un paseíto por Peters Street. La verdad es que esta ciudad es muy especial, hay mucha gente, gente de todo tipo, muchos coches, taxis, tranvías, tiendas, rascacielos, barcos. Es muy colorida y ajetreada. Se mezcla el consumismo a lo loco con gente pobre, la modernidad con la tradición, Asia con Europa…esto hay que verlo.

Hablando de peluquerías, yo estuve 3 horas, pero Jorge fue a una tipo express japonesa que estaba fuera en 15 minutos. Llegas, hay un semáforo que según el color te indica el tiempo de espera, metes un billete de 50 dólares de HK (unos 5 euros) en una máquina y te da un ticket. Esperas en la línea de sillas (cada vez que pasa uno te tienes que mover) y cuando te toca te cortan el pelo. No te lavan ni nada, todo en seco, pero en 15 minutos estás fuera.

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Cenamos en casa y nos dio mucha pena volver a despedirnos de nuestros amigos. Bosco con sus “ a mi esto me da rollo” “¿Sabes queeee?” “¿Vemos la peli de los Avengers?”  “¿noscondemos?” nos tenía a todos engatusados y Jimena tan rica,  mayor y lista, preparando su spelling test y desenvolviéndose en donde sea. ¡Unos niños estupendos con unos padres fantásticos!

A última hora nos fuimos al aeropuerto para coger el avión a Windhoek vía Johanesburgo. Nos esperaba un viaje muy largo y un continente totalmente distinto.

Mónica

  6 Responses to “Hong Kong”

  1. Que bonito el post, nos ha encantado HK…..ahora rumbo África,os seguiremos!!! Un beso fuerte para todos desde Uruguay.

  2. Hola:
    No disimuléis que se os ve claramente haciendo cola en todas las tiendas de lujo. ¿ Estáis comprando nuestros regalos? Que ilusión. Juajuajuajua

  3. ¡Hola Monica! Soy Oranne la madre de Elias que estudia en Saint Michel, nos conocimos por lo del karate…. Acabo de leer tu texto sobre HK, (puesto que he tenido tu direccion del blog solo ahora) que me parese de lo mas interesante… voy a tener que leerlo todo desde el principio… Los deseo mucha suerte para el resto del viaje. ¡Hasta luego los trotamundos!

    • Hola Oranne, en un par de días nos vemos en Bruselas. Ya estamos de camino de vuelta. Saludos. Mónica

  4. Tu tío había enloquecido comprando los regalos para tu padre y yo borracha traduciendo

    • A mi me emborrachó solo andar por la calle, no compramos casi nada!

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