Jan 262013
 

Cuando organizábamos el viaje, Manon y Jean (de las personas más viajeras que he conocido), me hablaron de Japón. Habían estado allí hacía poco viendo unos monos que viven en la nieve. Buscamos en internet más información y nos pareció algo que merecía la pena.

En Japón usan mayoritariamente los medios de transporte colectivo y para largas distancias lo más popular es el tren de alta velocidad. Nuestra primera experiencia en el Shinkansen no nos defraudó. Llegamos a la estación central de Tokyo y fue lo más parecido a un hormiguero humano que he visto en mi vida. Había cientos de personas vestidas de negro que salían de todas partes y que se dirigían a paso firme a su destino, todo el mundo tiene aspecto de saber adonde va. Es un caos perfectamente organizado. Habíamos comprado los billetes un par de días antes. El sistema parece bastante complicado, pero una vez que lo entiendes es muy lógico y sencillo. Al comprar el billete te dan dos tickets. Uno de ellos corresponde al trayecto (puedes ir en cualquier tren que haga ese trayecto y puedes comprar exclusivamente este billete e ir en unos vagones en los que no es necesario reservar) y el segundo corresponde a la reserva en un tren determinado con un asiento asignado.El tren llega a la hora exacta a la estación y el se para en el sitio señalizado. En la estación están pintadas en el suelo el lugar de cada vagón y el sitio para hacer la cola.

Esta es una foto muy artística que hizo José.

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Japón es un país muy poblado, la gente vive principalmente en la zona de la costa. Desde que salimos de Tokio, no se ven apenas zonas sin casas.

Fuimos hasta Nagano y allí cambiamos a la estación de cercanías donde cogimos el tren a Yudanaka.

A través de una web donde dan todo tipo de indicaciones sobre los monos de nieve (http://www.yudanaka-shibuonsen.com), Jorge encontró alojamiento en un ryokan. Es un alojamiento tradicional japonés.Al llegar al pueblo fuimos al ryokan y dejamos nuestras cosas. Nos dijeron un sitio para comer y cómo llegar al sitio de los monos por la tarde.

El pueblo estaba nevado pero el día era soleado. Después de comer cogimos el autobús urbano que nos dejó en un punto desde donde se va caminando. Primero andas un rato por una carretera hasta que llegas a un camino que te lleva por un bosque hasta la zona de los monos. El camino por el bosque es precioso pero estaba lleno de nieve y hielo y no era demasiado cómodo.

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Yo siempre he identificado el habitat de los monos con sitios cálidos, pero aquí viven en la nieve. Tienen un pelo mucho más largo y tupido que les debe de proteger del frío. La particularidad de este sitio es que es una zona volcánica y hay aguas termales. Hay un pequeño estanque de agua caliente al lado del río y es donde se bañan los monos. Y allí te encuentras a la familia mono, buscándose piojos unos a otros, abrazándose y achuchando y quedándose dormidos.

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Hay una webcam donde los puedes ver en directo (http://www.jigokudani-yaenkoen.co.jp).

Como fuimos a última hora de la tarde casi no había gente y lo pudimos disfrutar casi solos. Después fuimos cerca, al lado del río, a ver a los monos que estaban jugando. Había muchas crías que parecían niños en una zona de juegos. También había familias, monos dormitando… realmente a veces da grima lo que se parecen a los humanos.

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Puedes acercarte a ellos y hacerles fotos. Ellos caminan y se mueven a tu alrededor sin problema. Lo que no debes es mirarles fijamente a los ojos porque lo interpretan como un signo de agresividad.

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Allí mismo en mitad de las montañas hay un ryokan con baños de agua caliente exteriores donde te puedes bañar con los monos. No lo hicimos, además conocimos a unos chicos que sí que se bañaron y nos dijeron que no era muy higiénico (los monos no usan los típicos totos…).

Ya estaba bajando el sol y la temperatura y volvimos al ryokan. Al llegar, antes de entrar te tienes que descalzar (como en muchos restaurantes y alojamientos) y te dan unas zapatillas.  Nos atendió la dueña vestida de forma tradicional. Nos eligió yukatas para cada uno y nos acompañó a nuestra habitación. Al entrar te quitas las zapatillas y entras en calcetines. La habitación tiene un pequeño aseo y una sala grande, que es de tatami. En el lado de la calle hay un mirador donde hay un lavabo, esto se puede cerrar con las típicas puertas correderas que en lugar de cristales tienen papeles.

Nos instaló en una especie de mesa camilla con brasero (por supuesto sentados en el suelo) y nos sirvió el té de manera tradicional, con mucha ceremonia y primero a los hombres. Nos explicó el funcionamiento de la casa, de los baños y las horas para la cena y el desayuno.

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Cuando se fue, nos cambiamos (nos pusimos los yukatas) y nos fuimos a probar los baños. Esta ropa es como el kimono de andar por casa y muchos la usan a diario después del trabajo. Primero te pones una bata fina de algodón y por encima una más gruesa. Te sirve para estar en casa y para salir a la calle, ir de compras y también entendí que la bata fina sirve de pijama. Un poco raro. En la foto nos podéis ver a todos después de habernos cambiado, nos entró una especie de momento ninja.

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En este pueblo hay aguas termales, así que son muy típicos los baños. Hay baños públicos y nuestro ryokan tenía los suyos propios. En los baños hay una zona para hombres y otra para mujeres y están indicadas con unas telas de distintos colores. Hay una entrada con tocador y unos sitios donde puedes dejar tu ropa. Tienes que entrar desnuda a la zona de baño, aunque la toalla si quieres la puedes llevar en la cabeza. Al entrar tienes que lavarte en una parte de duchas y después ya puedes meterte en el baño, pero solo si eres capaz porque la temperatura es como para cocerte. Carmen y yo fuimos a 3 baños distintos. En el primero nos duchamos y al meternos al agua Carmen no pudo por la temperatura. Fuimos al segundo que era algo distinto y era exterior pero cubierto. Había como 7 bañeras individuales de madera a distintas temperaturas. Allí nos quedamos un buen rato porque Carmen no se cocía. Por último fuimos al baños exterior. La temperatura era bajo cero, pero la del agua a unos 50 grados. Me encantó pero no pudimos quedarnos mucho tiempo porque Carmen no se podía meter y yo tenía signos de estarme cociendo!

Volvimos a la habitación donde nos esperaban los chicos. Después de los calores de las bañeras estábamos todos super tranquilos. Al rato bajamos a cenar y esa fue toda una experiencia.

Lo primero todos igualitos vestidos de yukata, descalzos y sentados en el suelo. Nos esperaba una mujer vestida de forma tradicional que fue quien nos sirvió la cena. Traía todo por el lado de Jorge.

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Aquí el restaurante no es un lugar de encuentro social, no ves a nadie y todas las mesas están separadas por biombos o paredes de madera y papel. Los japoneses valoran mucho la intimidad y el momento “Hola que tal” aquí me da la impresión que no existe.

Los platos eran deliciosos y muy especiales. En la mesa teníamos ya servidos algunos platos, el más curioso en un artilugio parecido a una fondue pero en lugar de aceite había una sopa y se cocía en el interior carne en lonchas, tofu y verduras. Después nos fueron sirviendo platos y más platos todos riquísimos (11 más el postre). Lo malo fue cuando hubo que levantarse. Como dice Jorge después de los 40 el cuerpo va a peor y sobre todo después de una comilona como esta sentandos en el suelo.

Al llegar a la habitación teníamos preparados los futones, tamaño extra para Jorge. Todos a la cama y a dormir hasta el día siguiente.

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Así como la cena fue muy rica y la comida japonesa nos ha encantado, algo que es imposible es el desayuno. La foto del desayuno es muy colorida, pero no hay café y tostadas…además la mayor parte de los platos son fríos, el pescado, el huevo, las verduras escabechadas, los noodles, las algas.

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Después del desayuno salimos a la calle, estaba nevando y el pueblo parecía una postal. De allí a la estación y vuelta a Tokyo.

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Mónica

 

  5 Responses to “Japón. Los monos de nieve”

  1. Seguis sorprendiéndome. Por unos monos os disteis un viaje largo. Esto es ser creativos y buenos aventureros. Que lo sigáis pasando tan bien. Un abrazo de,
    Cotono

  2. He descubierto vuestro blog muy tarde, pero le estoy echando un vistazo a los anteriores posts…pasando de la envidia a la admiración!!. Fotos impresionantes (espectaculares las de los monos!!) y comentarios con detalles muy interesantes, algunos insólitos para mi. Y los niños, a estas alturas, unos sabios!.
    Enhorabuena!

  3. Hola, familia,
    me he resistido a comentar hasta ahora, pero Japón me puede. Una recomendación: si os gusta el cine de animación japonés, el anime, os recomiendo que no os perdáis el Museo Ghibli, de Estudio Ghibli en general y Hayao Miyazaki (El viaje de Chihiro, La princesa Mononoke, Mi vecino Totoro,…) en particular. Es una mezcla de decadencia y magia que a nosotros nos encantó. Las entradas son muy difíciles de conseguir, pero a lo mejor tenéis suerte…
    Un beso para todos,
    Inés

    http://viajesporjapon.wordpress.com/2013/01/03/museo-ghibli/

  4. ¡Què bonitas las fotos! Y què bien explicado todo.
    El momento ninja es inolvidable. Y la comida parece de mentira de tan perfecta.
    Nos da la sensación de estar ahí y no en Bruselas, donde hoy (por primera vez desde hace meses) ¡ha salido el sol!
    Seguid disfrutando tanto. Besotes,
    Ignacio y Nadia

  5. I love it all! Longing to go there next year myself! And it’s nice to know there are extra-long futons for tall men 🙂

    Olwen

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