Oct 292012
 

Cuando nos casamos Mónica y yo vinimos al Parque Nacional Torres del Paine y nos impresionó. En un territorio no muy extenso (por ejemplo Yellowstone tiene una superficie 4 veces mayor) encuentras unos paisajes preciosos, con unas montañas increíbles, ríos, cascadas, lagos de todos los colores (azules, marrones, verdes), pumas, cóndores, glaciares, bosques… Una de las cosas que más nos llamó la atención es la velocidad a la que se movían las nubes y consecuentemente lo rápido que cambiaba el tiempo. Aquí dicen que puede haber las cuatro estaciones en un día. Los guías ignoran las previsiones del tiempo porque no son fiables. Por esta razón te recomiendan que pases entre 3 y 7 días en el Parque Nacional, porque siempre habrá algún día en el que el tiempo no te permita hacer mucho.

El Parque no es un sitio que puedas visitar fácilmente por tu cuenta. La mayoría de hoteles te ofrecen excursiones. Nos habían recomendado el Ecocamp, que se vende como una especie de campamento ecológico pero en plan bien. Reservamos un programa de 4 días y 3 noches, la verdad sin mirarlo mucho. Tenía los traslados incluidos desde Calafate en Argentina y a Punta Arenas, que era a dónde íbamos después.  Cuando nos fijamos en el programa detallado nos dimos cuenta que en realidad sólo íbamos a estar 2 días en el Parque, porque el primer día y el último se consumían en los viajes de llegada y de salida. Aunque intentamos “estirarlo” un poco no fue posible. El hotel lo tiene organizado así y no son flexibles.

El traslado desde el Calafate consiste en que te llevan al bus público que te lleva a Puerto Natales en más o menos 5 horas. Allí te recogen, te reciben en las oficinas de Ecocamp, todo con muy buen rollo, y enseguida te llevan a comer en un restaurante al lado muy agradable. Buena comida a base de productos saludables. De entrada, sopa de verduras o ensalada a elegir. Los niños encantados.

El Ecocamp está a unos 90 minutos de Puerto Natales pero en el camino te paran para que veas la Cueva del Milodón. En 1896 un alemán descubrió en una cueva cerca de Puerto Natales los restos de un milodón, un bicho de unos 4 m de alto que se extinguió hace unos 10.000 años, no sabe muy bien porqué. El hallazgo se lo llevaron a un museo. Allí en la cueva lo único que queda del milodón es una urna con unos pelos y unos huesecillos que parece ser que tenía incrustados por toda la piel. Y una reproducción a tamaño real de cómo debía ser el bicho en cuestión. Cualquiera diría que era herbívoro. En cualquier caso la cueva y los alrededores son muy bonitos.

Después del milodón continuamos viaje hacia el hotel. En el camino vimos un montón de guanacos. Es un camélido emparentado con las llamas, las alpacas y las vicuñas que habíamos visto más al norte. Son unos bichos bastante graciosos. También vimos ñandús, una especie de avestruces que pueden correr a 60 km/h.

En el terreno del Parque Nacional hay sólo tres hoteles. Hay muchos más en los alrededores y un par de ellos, incluido el nuestro, están dentro de una estancia (finca) que está en el medio del Parque, como en una isla, pero que no es territorio del Parque. Cuando se constituyó el Parque Nacional toda esta zona estaba dividida en estancias dedicadas a la ganadería, básicamente ovejas. El Estado fue adquiriendo todas las fincas pero los dueños de ésta no quisieron vender y se quedaron. Ahora con el auge del turismo parece difícil que se marchen ya que tienen un hotel bastante grande y han permitido que se instale el Ecocamp hace unos 10 años. Eso sí, la actividad dentro de la estancia está muy regulada y supervisada por el organismo gestor del Parque Nacional.

Llegamos al Ecocamp hacia las 6 de la tarde. El sitio es precioso, en el medio de un bosque patagónico muy bonito y con las montañas de Paine de fondo. El campamento se distingue por sus alojamientos en forma de domos esféricos que se llaman cúpulas geodésicas. Hay unos domos estándar que no tienen en su interior más que una cama grande y cómoda. El baño está en una zona compartida. Son como una tienda de campaña fija de lujo. Es así como empezó el Ecocamp, proporcionando un alojamiento base más confortable que los habituales refugios a la gente que iba a Torres del Paine a hacer el que es uno de los treks más famosos del mundo, el Gran Circuito, que dura entre 7 y 9 días. Más adelante construyeron un par de domos con baño privado y por último unos de dos pisos para 4 personas, que es donde nos alojamos nosotros, que incluyen, además de baño, una estufa de leña. Hay además unos domos grandes que son las zonas comunes de bar, restaurante y tienda/salón. Los domos son muy bonitos y están decorados con muy buen gusto. Las camas son muy grandes (en la del piso de arriba dormían los tres niños perfectamente) y confortables. Sin embargo, enseguida nos llamó la atención que las sábanas son de forro polar, cosa que no habíamos visto nunca pero que se reveló muy necesario.

Este era un domo del tipo del nuestro:

Esto de las cúpulas geodésicas merece una nota. Es una forma que popularizó un tipo americano que se llamó Buckminster-Fuller que fue un visionario, inventor, ingeniero, diseñador… Un tipo curioso, de lo más prolífico, que documentó su propia vida día a día con todo lujo de detalles en un extenso diario. Pretendía solucionar la crisis de la vivienda en la América de la posguerra fabricando casas esféricas en serie. La cúpula geodésica es una estructura reticular poliédrica y tiene unas características mecánicas muy particulares porque las tensiones se reparten en toda la esfera. Sin embargo no he logrado averiguar cuáles son las ventajas de tener una casa esférica, y no debe tener muchas porque no ha tenido mucho éxito. En todo caso en el principio de nuestro viaje en San Francisco vimos una exposición sobre este tipo en el Museo de Arte Moderno y me llamó la atención. Era famoso por sus discursos sin ningún papel, en los que improvisaba sin parar durante horas, en plan Fidel Castro. La culminación de esta habilidad fue un vídeo que se grabó a sí mismo en su despacho que tituló “Everything I know”. ¡Dura 42 horas! En la exposición del museo ponían un corte de dos horas. También había una muestra de sus libros y una pared llena de una selección de las 22.000 fichas que produjo un amigo suyo durante 10 años que recogen todo tipo de definiciones del lenguaje técnico que se inventó. En la exposición había una tienda de campaña de North Face inspirada en las cúpulas geodésicas. Menos mal que luego vino Decathlon a facilitarles la vida a los campistas. Mira por donde cuando estamos a punto de marcharnos de América nos volvemos a encontrar a este personaje. Por cierto también hay unas moléculas de carbono que se descubrieron en los años 80 que se parecen a las cúpulas geodésicas y por eso se llaman fullerenos en su honor. Estas son algunas fotos que hice en la exposición de San Francisco.

Volviendo al domo del Ecocamp, lo que nos dimos cuenta enseguida es que hace frío, mucho frío, porque el domo no está aislado. Es una retícula de tubos de aluminio y encima un plástico. Desde dentro ves una tela que cubre los tubos y se supone que aisla térmicamente. La parte baja es de madera y el plástico y la madera se unen con unos clavitos, o sea que entra el aire continuamente. En Torres del Paine hace frío, como pudimos comprobar, y tras pasar tres noches en el domo no acabé yo de entender muy bien el concepto. No conseguí encontrarle ninguna ventaja. Y además esto de no aislar las viviendas no me parece muy ecológico.

La estufa de leña funcionaba muy bien pero al no estar aislado el domo, no alcanza a calentarlo bien. Además, en la mitad de la noche se consume toda la leña y o te levantas a poner más o por la mañana salir de las sábanas de forro polar es un acto de heroísmo. Porque lo del frío va en serio. Así es como amanecimos después de la primera noche.

 

Camino al desayuno.

La segunda noche no nevó, pero hizo tal vendaval toda la noche que pensábamos que nos íbamos a ir los cinco en el domo a rolos montaña arriba. Qué barbaridad de viento. El estruendo que montaba en el domo era atronador. El plástico golpeaba sobre la estructura de metal y hacía un ruido tremendo. El viento se notaba perfectamente dentro del domo, la lámpara de papel se movía de un lado a otro y el aire avivaba el fuego en la estufa de leña. Carmen bajó diciendo que tenía miedo porque “la avalancha era muy grande”. Me pareció una definición fantástica. En fin, que no pudimos dormir mucho. Yo estuve intentando adivinar cuál era la gracia del “concepto”, sin éxito.

Pero nosotros aún estábamos bien. A una pareja de americanos mayores que llegaron con nosotros los metieron en un domo estándar, es decir, sólo una cama y ya está, sin calefacción, y para hacer pis por la noche tienes que salir fuera al baño común. Vamos, como si estás en un camping pero con una cama cómoda. Hablé con la señora al día siguiente y me dijo que no había dormido nada, que pasó un frío horrible. Que ellos no tenían ni idea de que era así, que ella se llamaba a sí misma Mrs. Holiday Inn, y que no había estado en un alojamiento así en su vida. La señora era de lo más positiva y alegre, todo esto me lo contó con una sonrisa. El marido se reía menos. En todo caso me acordé mucho de ellos la noche del vendaval…

El primer día hicimos una excursión de todo el día en la que recorrimos en furgoneta algunos de los sitios más conocidos del Parque y terminamos navegando por el Lago Grey para ir a ver el glaciar del mismo nombre. Fue un día largo pero precioso. Empezamos parándonos en este mirador en el que las nubes apenas nos permitían ver las montañas pero aún así las vistas eran espectaculares.

Después fuimos a ver el Salto Grande, una cascada que alimenta el Lago Pehoé. El viento sopla fortísimo de continuo en este sitio, ¡hay que tener cuidado con los niños porque pueden salir volando!

El sitio es espectacular. Desde allí pudimos ver entre las nubes las montañas que se llaman los Cuernos del Paine. Para mí son las montañas más bonitas de todo el parque, porque tienen una forma curiosa y tienen dos colores, la parte de arriba es más oscura. Las montañas que dan nombre al Parque Nacional (las Torres) son unas paredes de piedra impresionantes que están detrás de los cuernos. Las vimos (también entre nubes) desde el Ecocamp. Son muy famosas entre los escaladores por lo difíciles que son. Al parecer una de las dificultades radica en la climatología tan cambiante. Yo particularmente no me imagino cómo alguien puede disfrutar colgado de un cordelito allá arriba y encima que te pueda sorprender una ventisca como las que hay por aquí. Pero tiene que haber gente para todo.

Este es el Lago Pehoé, que tiene esa isla donde está uno de los hoteles que está dentro del Parque. El agua tiene color turquesa. La vista desde este Lago es impresionante, lástima de nubes. Carmen no sale porque no quiso bajar de la furgoneta, “hace mucho frío para ver otro lago”.

Poco después mientras íbamos en la furgoneta, detrás de un cerro apareció un cóndor. Lo estuvimos viendo planear un poco bastante cerca. ¡Tiene un tamaño impactante!

Después visitamos la oficina de Conaf, los guardaparques. Allí tienen una maqueta del parque donde el guía nos explicó con detalle la geología e hidrología de la zona. Una cosa hay que decir del Ecocamp es que el guía (Rafa) nos pareció buenísimo. Sabía de todo (historia, geología, aves, fauna…) y muy simpático. El eje hidrológico principal del Parque es el río Paine que cruza el parque de norte a sur rodeando las montañas y en su camino pasa por una serie de lagos y va recibiendo afluentes. Después hay otra serie de lagos que son endorreicos, es decir, que no están conectados a ningún río. Reciben agua de lluvia y a veces de algún riachuelo pero no tienen desagüe. La pérdida de agua se produce sólo por evaporación y/o a las aguas subterráneas. En las oficinas también tienen una pequeña exposición donde cuentan la historia del parque, muy interesante. Citaban entre otros pioneros a los salesianos de los que nos había hablado Ángel en Buenos Aires y que dan nombre a algunos lagos, montañas o parques nacionales de los alrederores (De Agostini, Fagnano…).

Comimos allí mismo un picnic al borde de un lago y vimos de nuevo los Cuernos del Paine entre las nubes.

Llegamos al Hotel Grey, al borde del lago del mismo nombre, y el cielo pintaba mal para una navegación de 3 horas. Dimos un paseo hasta el embarcadero y de nuevo vimos cóndores. Los guías nos dijeron que había un nido en el acantilado delante del embarcadero y no paramos hasta localizarlo. Es un espectáculo ver al cóndor volando. Apenas mueve las alas. Puede llegar a tener 3 metros de envergadura.

 

Mónica y yo nos acordábamos perfectamente de este lago. Tiene una especie de playa por la que puedes pasear y a donde llegan los témpanos que se han desgajado del glaciar. Son enormes y de un azul intenso. En la navegación tuvimos la ocasión de verlos de cerca.

Al final el tiempo no estuvo tan malo, y de hecho cerca del glaciar mejoró. El glaciar no es tan grande como el Perito Moreno, pero es mucho más azul y el barco se acerca mucho. Da igual si ya lo has visto, es de nuevo impresionante. En el camino “pescan” hielo de los témpanos y te ofrecen un pisco sauer (un cocktail buenísimo cuya invención se la disputan varios países sudamericanos; yo el mejor que he probado es el de nuestra amiga Ana Luisa, o sea que yo voto por Perú sin dudar).

Volvimos al embarcadero y los cóndores seguían por allí. Nos fuimos al hotel agotados de todo el día.

Una cosa que te impresiona del Parque Nacional es la superficie quemada. Cuando estuvimos en el año 1999 aún quedaban lugares en los que se apreciaba claramente el fuego de 1985. Lamentablemente desde entonces ha habido dos fuegos más, uno en 2005 y otro enorme en 2011 que duró 6 semanas y asoló una parte importante del bosque. Todos los fuegos han sido por imprudencias de excursionistas que no acataron las normas del Parque (está prohibido hacer cualquier tipo de fuego salvo en los lugares indicados). El de 2011 fue un israelí que hizo sus necesidades y no se le ocurrió otra cosa que quemar el papel higiénico. Con el viento que hace aquí la expansión del fuego no hay quién la pare. El fuego se desató el 27 de diciembre de 2011, en pleno verano, y tuvieron que evacuar el parque durante un tiempo. Es una pena ver los bosques quemados. Las lengas, el árbol típico de aquí, es de crecimiento muy lento, o sea que tomará décadas recuperar el bosque original. La superficie quemada, en todo caso, no resta interés al Parque que sigue siendo impresionante.

Después de cenar nos fuimos al domo y empezó el vendaval. Cuando amaneció el viento seguía soplando fuerte y estaba lleno de nubes. El plan para el segundo día era una caminata larga, modulable de 4 a 6 horas según el aguante de cada uno. Todos teníamos muchísimas ganas de hacerla. Los niños (sobre todo José y Yago) estaban muy ilusionados y querían hacer la versión larga, y hablábamos entre nosotros si Carmen aguantaría o no. Dio igual porque con el mal tiempo no pudimos hacerla y lo sustituyeron por otra excursión en coche. La verdad es que visitamos sitios muy bonitos pero no pudieron quitarnos la decepción.

La cascada del río Paine.

Un lago precioso donde el viento hacía que hubiese unas olas que parecía el mar. Allí había muchas aves, entre ellas muchas parejas de gansos. Es curioso porque siempre los ves en pareja, el macho blanco más grande y la hembra marrón/gris más pequeña. Resulta que son unos animales que tienen una pareja para toda la vida y siempre andan juntos. Una cosa llamativa del mundo animal es que cuando la hembra se muere el macho no lo resiste y muere poco después. En cambio si el macho muere antes que la hembra, ésta busca una pareja nueva. No voy a hacer ningún comentario, cada uno que lo extrapole (o no) como le parezca.

Uno de los sitios que visitamos fue el Lago Sarmiento, un lago endorreico que tiene unas calcificaciones en la ribera que de lejos pintan de blanco el borde pero de cerca son unas rocas bastante grandes. La furgoneta te deja a unos 15 minutos de la orilla y vas andando entre matorrales. Los niños iban saltando por el camino hasta que Yago se torció un pie y el asistente del guía lo llevó de vuelta a caballito a la furgoneta (¡gracias Alexis!).

De todas formas lo pasamos bien. Aquí los niños en la caza del guanaco con unas niñas inglesas que habían llegado la noche anterior (esto fue antes de la torcedura).

Yago reposando su pie.

 

Volvimos al hotel y se nos acabó Torres del Paine. A la mañana siguiente nos marchamos a Punta Arenas. Los pingüinos nos esperaban.

Jorge

 Posted by at 08:56

  5 Responses to “Torres del Paine”

  1. Muy interesante aunque gélida visita a Torres del Paine, menos mal que a estas alturas del viaje ya os habréis resarcido con creces en la Polinesia. Ha sido una lectura muy didáctica, gracias por enseñarnos que es un lago endorreico, los cuernos del Paine y esas maravillosas fotos del cóndor. Yago espero que tu pie se haya recuperado rápido. Besos

  2. Hola primos somos Sara, Carmiña y Pablo, me reí con lo de los gansos y me encantaron los guanacos. Los pingüinos me encantaron. Que morro tenéis por lo de haber ido a lo del hielo. Tenemos muchas ganas de veros. ¿Cuando volvéis?, nos encantaron todas vuestras fotos, ¿Cuando son las siguientes fotos? Y me encantó la cosa que es como el iglú. Muchísimos muchísimos besos ( transcripción literal de lo que me iba dictando Sara)
    Todavía no he leído todo el post, ya os lo comentaré mas tarde. Ahora tengo que ir a ver que hacen los pequeños por que estoy oyendo a Carmiña diciéndole a Pablito “mi amor donde estas, ven aquí conmigo” y silencio absoluto, con lo cual creo que tenemos un peligro inminente.
    Besos

  3. Dice Sara que si veis algún animal peligroso no hagáis ningún movimiento brusco, con cariño,Sara.

  4. Hola de nuevo, solo un par de cositas, Jorge tu nunca fuiste de camping así que el eco camp no es lo mas aconsejable. En cuanto a lo de los gansos como bien dices mejor que cada uno saque su propia opinión.

    Sara ve muerta de la envidia las fotos y no para de decir que morro tienen los primos. Ah entre Pablito y Carmiña no pasó nada, llegue a tiempo de que ella le diese un bofetón por que el no le hace caso.

    Bueno a ver esperamos con ilusión isla de Pascua y polinesia con la boda ,jajajajajajja
    Besos

  5. Muy buen post Jorgito. Vuestra noche fría me ha recordado la noche que pasamos en el camping de Vilanova i la Geltrú – Vilanova i la Geltrú (como diría Eugenio). Recuerdo que fuimos en enero, que estábamos solos en el camping y que pasamos bastante frío…yo no quise ni alquilar saco de dormir, que alicate!!….. La ducha de la mañana siguiente fue apoteósica, del frío que teníamos nos quemaba el agua tibia!!

    Seguís con cara de felicidad.

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