Sep 122012
 

Machu Picchu sale en todas las listas de maravillas del mundo, y la verdad es que me da la impresión que se lo merece.

En primer lugar, la situación es increíble, en el pico de una montaña con paredes verticales, no se ve nada hasta que estás llegando arriba. La vista es espectacular, rodeado de unas montañas preciosas, con unos cañones verticales altísimos, y todo verde intenso de vegetación.

En segundo lugar, los vestigios arqueológicos son enormes y muy interesantes.

Y por último, la historia del descubrimiento es fantástica. En 1911 un arqueólogo americano llamado Hiram Bingham, profesor en Yale, se echó a la selva para intentar descubrir Vilcabamba, la ciudad perdida de los incas, la que fundaron hacia 1537 huyendo de los españoles, y que fue su base principal hasta la extinción del estado inca en 1572. Exploró el valle del río Urubamba y a la altura de Machu Picchu se encontró a una familia de agricultores. Le dijeron que en el alto de la montaña había unas ruinas. Pablo, el hijo de la familia de 10 años, subió con él para enseñárselo. La familia utilizaba las terrazas incas para sus cultivos. La ciudad estaba cubierta por vegetación. Bingham creyó que había encontrado Vilcabamba. Regresó a Estados Unidos para recabar apoyos para excavar el sitio y volvió en 1912. Luego se demostró que ésta era otra ciudad inca, que Vilcabamba era en realidad una ciudad que descubrieron unos cuzqueños en 1892 en el medio de la selva y que habían llamado Espíritu Pampa. Bingham escribió un librito contando su aventura que es muy entretenido.

Mónica y yo ya fuimos a Machu Picchu cuando estuvimos en Perú en las Navidades de hace dos años. En aquel entonces nos alojamos en Cuzco y visitamos Machu Picchu en un día. Fue una matada, porque sólo de tren son como 4 horas de ida y otro tanto de vuelta. Esta vez decidimos quedarnos en Ollantaytambo (ya os lo contamos en otro post), a sólo hora y media en tren, y la verdad es que resultó muy bien porque el pueblo es muy agradable y la visita fue mucho más relajada. Otra opción que toman muchos turistas es quedarse en Aguas Calientes, que es a los pies de Machu Picchu, donde se toma el bus que tarda 30 minutos a la puerta de las ruinas. Muchos hacen esto para llegar a primera hora, cuando abren las puertas, pero también puedes hacerlo desde Ollantaytambo porque hay trenes desde muy temprano. Aguas Calientes es un pueblo únicamente turístico y no tiene ningún interés, aparte del sitio espectacular donde está situado. La calidad de los servicios turísticos deja mucho que desear y los precios son abusivos.

Aparte de en tren, la otra manera de llegar a Machu Picchu es andando durante 4 días por el llamado Camino del Inca. Es una caminata muy popular, aparentemente las más popular de Sudamérica. El gobierno peruano ha limitado el camino a 500 personas al día (!). Por lo que cuentan es espectacular, pero hay que estar preparado porque es un sube y baja que te machaca las piernas. Esto lo dejo para mi siguiente reencarnación.

Nosotros como no somos muy madrugadores cogimos el tren en Ollantaytambo a las 10:30 y llegamos a Aguas Calientes a las 12. Compramos la entrada y subimos en el autobús. Estábamos entrando hacia la 1 de la tarde. Tuvimos suerte que cuando entramos había poca gente. Contratamos a una guía local para que nos llevase por las ruinas.

Las ruinas son grandes. Nosotros estuvimos más o menos 2 horas y media con la guía y una hora más por nuestra cuenta. Empiezas subiendo unas escaleras durante unos 10 minutos y llegas a un sitio alto donde tienes una vista estupenda. Luego al final de la visita volvimos a este sitio para hacer más fotos cuando el sol estaba poniéndose. Tuvimos un día soleado con alguna nube, muy agradable ya que no hizo mucho calor. Se levantó bastante viento, lo que hizo que José casi perdiera su gorra: salió volando desde una zona alta y la recuperamos gracias a un turista que se la dio a un guardia (Yago perdió la suya roja de Boeing pero porque se la olvidó encima de una piedra… otra cosa más para nuestra lista de objetos perdidos).

Machu Picchu está dividido como en tres partes, la agrícola, la residencial y la zona industrial, que incluye escuelas y talleres. Luego hay una serie de templos que rendían culto al sol, las montañas, etc. Algunas de las edificaciones son magníficos ejemplos de la construcción inca, donde cada piedra es distinta pero encajan a la perfección. Visto bien de cerca es realmente impresionante.

Parece ser que la ciudad la construyó el noveno inca, llamado Pachacutec, en el siglo XV y probablemente fue habitada alrededor de un siglo o incluso menos por unas 500 personas. Pachacutec fue el rey que expandió el imperio inca conquistando otros pueblos, llegando a dominar desde el actual Ecuador hasta la Patagonia argentina. Como no sabían escribir, no quedan crónicas de estas hazañas, y nos queda lo que fue pasando de boca inca en boca inca y que reflejaron los cronistas españoles un siglo después.

Los grandes rasgos de la Historia en general coinciden entre lo que escuchas aquí y allá y parecen veraces. Sin embargo, en cuanto nos metemos en los detalles, me parece que la vida e historia de los incas, tal como se escucha de los guías por aquí, es el resultado de mezclar lo impreciso de las crónicas y la especulación arqueológica con la imaginación local teñida de romanticismo (y a veces de rencor histórico) y la necesidad de contar una historia que capte el interés y la imaginación del turista. En fin, cada uno toma o deja lo que le parece. Que si esta puerta la usaba sólo el rey inca, que si el sacerdote se ponía aquí y sólo entraban en esta sala los nobles, que si en las escuelas les enseñaban tal o cual cosa, que si esta piedra tiene tal o cual forma porque representa tal o cual cosa…

Hablando de detalles. En un momento en la visita de la zona residencial del complejo, pasamos por delante de una habitación que era más pequeña que el resto. La guía nos explica que era un servicio, pero un servicio de “emergencia” para por las noches, porque durante el día los incas hacían sus necesidades en las terrazas agrícolas. A mí me pareció un comentario de lo más banal, pero a los niños el momento este escatológico les interesó mucho. No me acuerdo si fue Carmen que le preguntó a la guía que cómo era aquello de hacer sus necesidades en donde cultivaban los productos agrícolas que luego se comían. Por mi cabeza pasó enseguida la idea del abono orgánico tradicional, pero la respuesta de la guía fue por otros derroteros: eso lo podían hacer tranquilamente porque los incas se alimentaban de forma muy sana, no como nosotros hoy en día, y por tanto sus excrementos no eran nocivos (¿?)…

Otro tema que me había llamado la atención ya hace dos años, y que volví a encontrarme ahora es todo el rollo místico que gira en torno a Machu Picchu. También se ve en Cuzco, pero aquí se concentra. En Machu Picchu hay un templo en un alto que tiene una piedra con una forma muy rara. No se sabe muy bien para qué se utilizaba la piedra pero la mayoría de teorías tienen que ver con la astronomía y la predicción de los solsticios. En todo caso vimos como una señora probablemente americana con pinta respetable entraba en trance poniendo sus manos sobre la tal piedra. Y es que corre el rumor que en el Intihuatana, que así se llama, se concentra una cantidad importante de energía (supongo que solar). Tanta debe ser la energía que en el año 2000, durante el rodaje de un anuncio para la cerveza Cusqueña, la más popular en Perú, se le cayó una grúa encima y casi se la carga…

Otro detalle místico. Durante parte del recorrido nos cruzamos varias veces con un grupo bastante peculiar. Se hacían llamar grupo Perú, todos llevaban la misma camiseta y una gorra con sus nombres. Luego nos enteramos que eran alumnos de una escuela que hacen siempre un viaje de fin de primaria con sus padres. José tuvo el placer de hablar con una señora miembro de la expedición durante la bajada en autobús. Estaban hablando sobre lo que les había gustado y en un momento dado José le cuenta que estuvimos en Ecuador en el monumento a la Mitad del Mundo pero que en realidad no está en la mitad del mundo porque… quería explicar que en realidad el ecuador estaba 200 metros más allá, pero en ese momento su interlocutora saltó emocionada y le dejó con la palabra en la boca: “¡es que es aquí, la mitad del mundo es aquí!”, y le cuenta como las energías cósmicas se juntan en Machu Picchu y que ella misma lo sintió cuando en un momento dado no pudo hacer una foto porque le temblaban las manos y la cámara misteriosamente dejó de funcionar. Por cierto, la señora era una monja del colegio.

Y lo último, ya casi cuando nos íbamos, en un extremo de una de las terrazas agrícolas, me llamó la atención un grupo de cuatro o cinco mujeres americanas con los cincuenta bien cumplidos, cuatro de ellas sentadas al lado de un joven que tocaba monótonamente un tambor, todas disfrazadas de exploradoras y pasándose hojas de coca para mascar, mientras su compañera de pie al borde de la terraza mirando al horizonte acompañaba inspiraciones profundas con grandes círculos que formaba con los brazos, como si estuviese intentando captar los excesos energéticos de los que hablaba antes. Carmen me preguntó: “¿papá, qué hacen?”. No supe responder.

Sea como sea, el caso es que Machu Picchu es increíble y la historia alrededor es fascinante. Hicimos cientos de fotos, os pongo algunas. Si tenéis oportunidad de ir, no os lo perdáis. Y que la fuerza cósmica os acompañe.

Jorge

 

 

 

 

 

 

 Posted by at 21:34

  3 Responses to “Machu Picchu”

  1. Bonjour Monica, Jorge et les enfants
    Merci pour vos belles photos et surtout les commentaires.
    Vous en avez de la chance. Profitez-en et continuez à nous faire rêver….
    Bises à vous cinq
    Sara

  2. Que pasa familia? He intentado enviaros algun que otro mensajito…pero sin exito!
    Me he convertido en un lector habitual de vuestras peripecias…las espero con interes.

    Ya sabeis, viajo A traves del mundo con vosotros!
    Besitos y abrazos

    Eisin

  3. NO COMMENT….. despuès de ver esto

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